El
presidente Ollanta Humala Tasso participó en la inauguración de la
planta de energía fotovoltáica ubicada en la provincia Alto de la
Alianza, en la región Tacna.
En
el marco de esta actividad, destacó que el Perú es el primer país en el
desarrollo de energía fotovoltaica, en Sudamérica, ya que se alcanza a
generar 100 megas aproximadamente. “El segundo lugar no pasa de los 18,
19 megas”, comparó.
No
obstante, en una ceremonia protocolar, acompañado del ministro de
Energía y Minas, Jorge Merino, el Jefe de Estado aseguró que esta nueva
central de paneles solares permitirá incrementar la seguridad energética
de Tacna y del país, llegando a la gente más humilde que carece de
energía.
Asimismo,
afirmó que esta planta puede absolver sin problemas la mitad de la
demanda de energía (40 megas) que tiene esta región del Sur y, además,
ayudará a evitar los apagones y descongestionará la línea de trasmisión
que alimenta a Tacna.
Más
adelante, consideró que, progresivamente, la matriz energética en el
Perú debe ser equilibrada y no depender en gran medida del diesel o del
petróleo, ya que se trata de una energía cara y contaminante.
Por
ello, al señalar que este tipo de plantas son de interés del Gobierno
Central, garantizó que se seguirá promoviendo todo tipo de energía que
sea renovable, como es el caso de los paneles solares.
El
Presidente recomendó al titular de la cartera de Energía y Minas a
implementar una política que busque abaratar el costo de energía, a fin
de que sea también un factor de inclusión social y de competitividad
frente a otras regiones donde la energía es cara.
Hospital Hipólito Unanue realizó primera angioplastia y salvó la vida de un padre de familia de escasos recursos
Primera
angioplastia realizada en el Hospital Nacional Hipólito Unanue del
Ministerio de Salud (Minsa), salvó la vida de un padre de familia de 55
años, que presentaba obstrucción severa de arteria coronaria descendente
anterior (arteria principal del corazón).
Según
la Dra. Yudy Roldan Concha, Jefa del Servicio de Cardiología del
referido nosocomio, el paciente corría el riesgo latente de sufrir un
‘gran infarto’, que pudo ocasionar un desenlace fatal. Gracias a la
realización de la angioplastia, con colocación del dispositivo Stent
intracoronario, procedimientos altamente especializados, se pudo
revertir la situación y salvarle la vida.
Esta
intervención de gran complejidad médica, se realizó porque el Hospital
Hipólito Unanue adquirió recientemente un equipo de última generación
ARTIS ZEC, sistema integral de angiografía digital que permite realizar
exámenes cardiovasculares, procedimientos de angiografía universal y
procedimientos intervencionistas.
Esta
atención fue cubierta en su totalidad por el Seguro Integral de Salud
(SIS). En el sector privado una angioplastia tiene un costo aproximado
de 17,000 nuevos soles, monto inaccesible para gran parte de los
peruanos.
Debido
a los continuos casos de Enfermedad Arterial Coronaria (EAC), que se
presentan en el Hospital Hipólito Unanue, se ha creado el Área
Hemodinámica Cardiovascular, que ya tiene una lista de espera de al
menos 20 personas que requieren con suma urgencia la realización de
cateterismos y angioplastias.
Cardiólogos
con especialización en Hemodinámica Cardiovascular, tecnólogos médicos,
enfermeras y técnicos de Enfermería, integraron el equipo de
profesionales que intervinieron en esta angioplastia.
Angioplastia
La
angioplastia coronaria es una intervención que se realiza para despejar
arterias coronarias —arterias del corazón— que se estrechan u obstruyen
con el colesterol, compuestos grasos, calcio entre otras sustancias,
cuya acumulación se denomina arterosclerosis. A medida que se acumula la
placa, la arteria se estrecha, dificultando el flujo de sangre al
corazón, y puede aparecer un síntoma denominado "angina de pecho". Con
el tiempo, la arteria parcial o totalmente obstruida puede ocasionar un
ataque cardíaco.
Los
especialistas indican que una opción es realizar una intervención
coronaria percutánea, es decir, una angioplastia con balón y/o la
colocación de un Stent.
El
Stent es un dispositivo como una malla metálica de forma tubular que se
implanta dentro de una arteria coronaria; actúa como soporte o armazón
para mantener abierto el vaso sanguíneo, y contribuye a mejorar el flujo
de sangre al músculo cardíaco.
La crónica de la rebeldía indígena de 1533 hasta el siglo XX (IV)
Setiembre de
1533. Un Imperio había iniciado su desaparición y otro, infame, se
iniciaba: el imperio de la crueldad, la explotación, el genocidio y el
miedo.
Francisco
Pizarro no podía contener el temblor en las piernas ante el asesinato de
Atahualpa y la futura reacción de los “hatun runas” (el pueblo del
Imperio), furiosos ante el regicidio.
El criador de
chanchos se acercó al cadáver del Inca, le arrancó la “Mascaipacha”,
símbolo del poder imperial como una especie de corona, que en sí era una
vincha y se la encajó al infeliz de Túpac Huallpa, tristemente conocido
como “Toparpa”, sumiso hermano menor de Huáscar.
El cabecilla de
los españoles era cobarde pero no tonto, queriendo con este acto amainar
las iras populares porque reponía lo que había quitado: un Inca.
Su hermano,
Hernando Pizarro, mientras tanto le cansaba hablando de una valle ideal
para asentar la primera colonia española de importancia en Jauja. Las
razones propias de la alimaña era estar cerca al oro y cerca al mar para
escapar con él en caso de ponerse feas las cosas.
En casi un mes,
tras pasar por Huamachuco (La Libertad) y el Callejón de Huaylas
(Áncash), tuvieron que recalar en Cajatambo, en el Norte de la hoy
provincia de Lima. Allí se realizó la primera muestra resistencia
indígena, pues los “hatunrunas” comandados por el curaca Calcuchímac,
improvisaron una artillería de piedras, las cuales certeras rompían
crismas de un lado a otro de las tropas invasoras.
Calcuchímac
Calcuchímac no
atacaba frontalmente, sino por los flancos, diezmando por las costillas a
la bestia que sudando frío, pudo llegar a Tarma (Junín), faltándole
sólo 120 km para llegar a Jauja. Llegaron el 14 de octubre de 1533.
Pizarro con su
mascota Toparpa, dejó un alcalde, cabildantes y regidores además de un
teniente gobernador. Y, por supuesto, 800 soldados se quedaron como
guarnición. Infectado de codicia, Pizarro estaba obsesionado con el
Cusco, el cual prometía nadar en oro, plata y más de todo lo que valiera
millones en Europa.
A finales de octubre, con caballos, ejército, se lanzó a la capital del Imperio.
De nuevo, hecho
un manojo de nervios, Pizarro mandó a su capitán De Soto comandar una
patrulla de avance para evitar sorpresas. En Vilcashuamán (Ayacucho), de
Soto encontró una un chubasco de piedras lanzadas por miles de hondas y
sus caballos eran tumbados a mazazos (maderos con piedras incrustadas y
afiladas) y luego aplastaban los cráneos de los jinetes.
Entre los
muertos estuvo Toparpa. Los amantes de España en el Perú lo califican de
salvajada, pero la mita, el genocidio de los naturales, prefieren
dedicarle un párrafo benevolente y citar a Bartolomé de las Casas, cura y
luchador solitario del derecho a vivir del indio.
El ataque fue
tan fiero, que De Soto como zorrino, tuvo que esconderse en una
quebrada, de donde sólo salió hasta que llegó Almagro con refuerzos.
Los indios fueron abatidos por superioridad numérica y Calcuchímac quemado vivo.
Cusco, “ciudad abierta”
La nobleza
cusqueña, aburguesada por el lujo y la comodidad, al saber de la muerte
de Calcuchímac, seminoble como si fuera un animal, mojaron la cama y
decidieron no oponer resistencia y considerar al Cusco “ciudad abierta”.
Pizarro y sus
compinches ingresaron a la Ciudad Imperial el 15 de noviembre de 1533,
pero encontraron palacios y tambos (almacenes) hechos cenizas.
En ese momento,
las sombras que propicia siempre la Historia no explica por qué el hijo
del Huayna Cápac, Manco Inca I, se presentó en paz ante Pizarro para
solicitarle protección. Se le dijo servil, oportunista, pero otros lo
catalogan de astuto, pues presentarse arma en mano era muerte segura
para el único descendiente del linaje real de los Incas.
Manco Inca
Manco Inca
parece, según los indicios lógicos de los hechos y no de copistas de
crónicas españolas, que se contentan con decir que Manco Inca se aburrió
de los españoles y se fue como si fuera una animalito arisco, se dedicó
a estudiar la idiosincrasia y la manera de pensar del enemigo, luego
sus estrategias, posteriormente las constantes de sus ejercicios
militares.
En eso estaba
empeñado cuando los españoles comenzaron a hacer cuentas empezaron a
cerrar caja como lo que eran: asaltantes. Se juntaron en una mesa y
depositaron todas las riquezas hasta ese momento hurtada.
Salivaban la
mesa al ver que llegaban al millón de pesos de oro y un cuarto de millón
de plata. Tras llenar sus bolsillos, el cuidador de chiqueros hizo lo
de rutina (cosas simples nada más, al alcance de su calidad
intelectual): fundar la ciudad, darle nombre, nombrar cabildantes,
alcalde y teniente gobernador y, dedicado a su aburrida tarea
burocrática, le llega de España su nombramiento como Gobernador del Perú
y Capitán General de la Nueva Castilla (rebautizado nombre del Imperio
del Tahuantinsuyo).
En 1534 a los
puertos fluviales de Sevilla empezaron a llegar los barcos con entregas a
las Cajas Reales de la Corona, la cual desde 1503 hasta 1530 recibió
del saqueo de América sólo 1 millón de pesos de oro. Pero después, de
1531 a 1535 se les vino como maná sangriento 2 millones de pesos de oro y
a 1540 ya había superado los 4 millones. Lo que recibieron en 27 años,
lo cuadruplicaron en 9 años.
La jura de Calca
Manco Inca
seguía su papel en ese montaje, hasta que consiguió su objetivo: le
ciñeron la “mascaipacha” y era oficialmente el último Inca y en marzo de
1536, completó esa etapa de sus objetivos y engañando a los españoles
diciendo que iría a combatir a un curaca rebelde al rey de España, le
dejaron salir del Cusco con una pequeña tropa de los suyos.
Se fue al norte
50 km, llegando a Calca, donde se encontró con sus generales leales e
hizo con ellos un juramento: luchar hasta la muerte por echar a los
españoles y restituir el Imperio. Reorganizó el ejército y el Incario de
cenizas mutaba en Ave Fénix.
El retumbar de
miles de soldados imperiales para recuperar lo suyo, removió el suelo de
la Ciudad Imperial y los españoles se hicieron encima. Aterrados
mandaron a correos a caballo a Lima para pedir ayuda a Pizarro que
estaba en la futura capital del país, a la que acababa de fundar en
1535.
El Ejército Inca
se acantonó en la Fortaleza de Sacsayhuamán, a sólo 2 km al norte del
Cusco, para luego sitiar la Capital capturada por 200 bandidos europeos.
La flama
encendida por Manco Inca prendió las llanuras, sierras y quebradas de
casi todo el Tahuantinsuyo. La dignidad volvía tras ser atropellada por
una piara de cerdos.
La crónica de la rebeldía indígena de 1533 hasta el siglo XX (III)
Por: Pedro José Cama
El poeta español (1562-1633) perteneciente al “Siglo de Oro” de la
lírica española sacaba verso a verso las entrañas tiznadas de vileza del
español aventurero y cazafortunas que invadió América en el Siglo XVI. Tras
la masacre de Cajamarca, la cual historiadores peruanos intentaron
minimizar reduciendo el saldo mortal a 2,800 seres humanos, cuando
cronistas de la época hablan de 7 a 8 mil indios, la realidad aún más
sombría es que un grupo de facinerosos tenían preso al Inca. Mientras
tanto, la soldadesca española recorría el territorio buscando más
riquezas. “Sí, este oro comemos”, le decían a los nativos que
consideraban dicho mineral sino como adorno de templos, palacios y
autoridades imperiales. Los indios le daban granos de oro a los malhechores pensando que tenían hambre.
La repartija
Después de cenar con Pizarro y De Soto, Atahualpa
miró al criador de chanchos y sin mediar explicación mayor ofreció
llenarle una estancia de oro si lo dejaban libre. La saliva descendía
por la comisura de los labios del extremeño de 54 años. “Te
perdonaríamos la vida y te dejaríamos ir”, se comprometió Pizarro
González. Fijan los historiadores en seis meses lo que demoró
Atahualpa en reunir la cantidad de oro que logró llenar la estancia. Oro
por libertad. Ingenuo emperador. En ese lapso, Hernando Pizarro saqueó Pachacámac (Lima); Moguer y Zárate salieron al Cusco ya en febrero de 1533. Entonces,
llegó Diego de Almagro Gutiérrez, también hijo de una violación como
Pizarro, cuya contrata obligaba a sus socios a esperarlo para repartir
el botín del robo. Era el 14 de abril de 1533 cuando los ladrones se
sentaron en una mesa y empezaron a repartirse lo hurtado: 1 millón 326
mil 539 castellanos de oro y unos 50 mil marcos de plata. Pizarro se
embolsicó 57 mil castellanos de oro; Almagro, 31 mil y el metal fue
llegando de mano en mano entre oficiales y tropa. Al rey forzosamente
263 mil castellanos de oro los cuales fueron al instante cogidos por los
funcionarios reales.
La explotación del Perú por una España en formación y sin peso en Europa, comenzó con esa repartija de bandoleros. De Soto, los funcionarios del rey y 25 soldados regresaron a España a darle al monarca Carlos I su parte.
Estafado Atahualpa, quien había cumplido con pagar su libertad,
exigió su liberación tan insistentemente que colmaron la paciencia de
Pizarro, quien con la conciencia más negra que la noche y sucia como
fango que pisaba cuando vareaba a los chanchos. O lo llevaba a
España como atractivo o lo tenía como rehén en preciso instante que se
da a conocer cómo fue la muerte de su hermano Huáscar. “Una vez
derrotado el ejército cusqueño, Huáscar fue conducido descalzo y atado
del cuello hasta donde se encontraba Atahualpa. “Sin embargo antes
de que se encontraran, Huáscar fue ejecutado por miembros de su séquito
en Andamarca (Lucanas, Ayacucho). Sus restos fueron arrojados al río
Yanamayo. La excusa calzó preciso en el zapato de la sentencia de
muerte del Inca. Atahualpa tenía la suerte echada. No sólo lo habían
estafado sino que moriría quemado vivo.
Los tinterillos españoles
construyeron una sentencia penal: El Inca ordenó la muerte de su hermano
Huáscar, de lo cual no había pruebas. La segunda acusación fue el haber
organizado una contraofensiva contra los invasores, lo cual fue
desmentido por el mismo Hernando de Soto, quien al volver de Huamachuco
dijo que reinaba la paz entre los naturales.
No podía estar vivo
El hecho era que no podía salir vivo el líder
de un Imperio por conquistar, con mando de ejércitos diez veces superior
al español. Se corrió la voz que el ejército imperial iba camino a
Cajamarca a rescatar a su Inca y el miedo hizo apresurar las cosas y
tras un juicio sumario, Atahualpa, el hijo del Sol, era condenado a
muerte en la hoguera. El 29 de agosto de 1533 “perdida toda
esperanza, recobró el Inca su normal tranquilidad y miró inevitable la
muerte como solían mirar los guerreros del Nuevo Mundo. “Antes de
consumarse la condena, Atahualpa aceptó bautizarse para que le cambien
la pena y no convertirse en cenizas, pues esto le imposibilitaba
convertirse en mallqui (momia sagrada), y significaba morir
definitivamente.
“El fraile Valverde lo bautizó en el acto con el nombre de Francisco, en honor a su padrino, el jefe de los invasores. “Luego
de la ceremonia el Inca fue estrangulado y su cuerpo enterrado en la
capilla de Cajamarca. Los españoles reconocieron como nuevo soberano a
un joven noble huascarista llamado Túpac Huallpa, para avanzar junto a
él rumbo a la capital del rico Tahuantinsuyo, el Cusco” (William
Robertson. “Historia de América”. 1958) Un postigo, un torniquete y
un cuello quebrado terminó con todo rastro de lo que fuera una de las
tres civilizaciones americanas más grandes de la era precolombina. El
30 de agosto de 1533, las hermanas y collas de Atahualpa invadieron uno
de los palacios imperiales ya convertido en iglesia, para llorar a su
Inca y terminaron suicidándose para irse con él.
“Inkarri”
Ya en 1534 se escuchaba triste en los indios un canto funerario: “Amortaja a Atahualpa/su amada cabeza ya la envuelve/el horrendo enemigo”
Se inicia entonces el mito mezclado con el religioso misterio católico del regreso del Mesías. Los
indios lo utilizaron como fachada para dar comienzo a la esperanza del
“Inkarri”, dividida en tres épocas: anterior a los españoles (El Padre);
después con el inicio de las encomiendas, la mita, el yaconaje y la
esclavitud (El Hijo), es decir, el sufrir como Cristo en la cruz y la
tercera, (Espíritu Santo) significaba volver el mundo a su lugar, ya no
de cabeza como estaba. El “Pachakuti”. El mito, según Alberto Flores
Galindo, se convertía en utopía. La rebeldía comenzaba su atropellado
camino contra el invasor que llevó en su primer intento liberador a
gestar la primera batalla declarada por Manco Inca en 1536 y que duraría
36 años. La utopía estuvo a un palmo de hacerse realidad.
Durante la época precolombina, Chile recibió la influencia de numerosos pueblos de regiones externas, que les enseñaron técnicas avanzadas de agricultura y trabajo en cerámica a nuestras culturas, principalmente del norte chileno. Destacaron las invasiones de Tiahuanaco y los Incas.
Mientras
Pizarro, Almagro y el clérigo Luque se embarcaban hacia el Perú, tras
conseguir el primero que el rey de España le certificara en un documento
real que sería gobernador de lo que conquistara para la Corona además
de recibir la Orden de Caballero de Santiago (la llamada Capitulación de
Toledo) en 1529, en el Imperio de los Incas se labraba una constante:
la descentralización del poder del Inca, degenerando en división.
Al morir Huayna
Cápac en Tumebamba, hoy Quito (Ecuador), en 1525, por un ataque de
viruela transmitido por los europeos desde la llegada de Colón en 1492,
dejó como sucesor a Ninan Coyuchi, pero la viruela también lo mató a los
37 años, en 1527. Empezó allí el sello trágico que marcaría el final de
una Era.
Otro de los
hijos del Inca muerto, Huáscar, apegado a la nobleza del Cusco, que cual
la antigua Roma se contentó en gozar ser la capital del mundo conocido,
fue designado Sapan Inca, pero Huayna Cápac le había nombrado Incap
Rantin (vice gobernador), lo cual le quitó legitimidad ante su hermano,
Atahualpa, quien estaba con su padre cuando murió en Tumebamba.
Se inició
entonces la guerra civil por el Imperio, el cual se venía rajando en
varios polos de gravitación política: Pachacámac (Lima); Cajamarca,
Vilcashuamán (Ayacucho) y Pumpu (Junín), hacían vida social propia,
disminuyendo la hegemonía cusqueña a pesar de los jefes responsables o
“Camayocs”. Éstos monitoreaban desde 10 personas hasta 10 mil que ya
representaba una provincia. Y estos “camayocs” tenían un superior, el
“Camayoc” del Suyo, quien al final reportaba al Inca.
Ocaso
El Sol dejó de
brillar para el Perú. Su hijo, el Inca, cedió terreno a esos centros de
poder cuando ya no podían ser controlados. Atahualpa se acantonó en
Tumebamba, donde nació y Huáscar en el Cusco. El Imperio se partía en
dos pero ya estaba quebrándose en diez.
Era 1529 y la
guerra civil proseguía cuando ese oscuro 1532, desde los mares del norte
se hizo ver en el horizonte aparejos, cruces y bandidos blancos y
barbudos, subidos en balsas gigantescas y con palos metálicos que
vomitaban fuego.
Nunca un golpe
de suerte fue tan propicio al crimen. Ciento ochenta infantes, 27 de
caballería, curas dominicos, funcionarios reales, más refuerzos de otro
saqueador, Sebastián de Benalcázar, recogido por Pizarro en Nicaragua,
fue suficiente para iniciar la debacle de un Imperio ya vencido por él
mismo.
“Indios amigos”
En mayo de 1532,
los españoles ya estaban en Piura fundando la población de San Miguel,
cuando los Chinchas, Yungas, Cañaris y Yanaconas empezaron a ser
engatusados por los recién llegados y al final fueron convencidos de que
los delincuentes venían del Cielo para salvar el Imperio de un Inca
despótico.
Pizarro y sus
huestes, astutamente formaron un ejército paralelo, formando, mientras
estaba decididos a enrumbar al Cusco, una verdadera fuerza militar y de
informantes indios. Pasaron de ser de menos de 200 pelagatos a casi mil
elementos de conquista.
Cuando el
“Caballero de Santiago” se enteró a través de “felipillos” o “indios
amigos” que Atahualpa descansaba tranquilamente en Cajamarca, pospuso su
objetivo de ir al Cusco y en noviembre de 1532 llegaba a la periferia
de Cajamarca.
Soberbia
Sigilosamente,
como arpías rastreras, Pizarro ordena tomar los puntos estratégicos de
la ciudad, dominando las salidas y entradas. Ordenó entonces a unos de
sus lugartenientes, el capitán Hernando de Soto y a su hermano Hernando
Pizarro, a conferenciar con el Inca Atahualpa. Un escuadrón español
llegó hasta los baños termales de Cónoc a unos kilómetros de la ciudad, y
se encontraron con el “Hijo del Sol”.
Atahualpa les
miró de arriba abajo y no profirió palabra hasta que al irse retirando
dijo: “Yo iré a ver a su jefe”. Craso error del Inca, preocupado más en
disfrutar su descanso que en los extraños visitantes.
Amanecía el 16
de noviembre de 1532 y el Inca sobre litera iba pausadamente de los
Baños de Cónoc a Cajamarca. Los españoles, mientras tanto, estaban
organizando fríamente un genocidio.
30 mil
Atahualpa ordenó
a sus 30 mil hombres que le resguardaran que fueran desarmados. Quería
demostrar valentía y bravura ante lo desconocido ante sus súbditos. Un
minuto de estupidez arruinó 200 años de civilización.
Entró en la
plaza de Cajamarca y vio una sombra negra y blanca. Era el dominico
Vicente de Valverde, y junto a él un enjuto indio que le oficiaba de
traductor. Felipillo o Martinillo se llamaba, los historiadores no
definen quién era, mejor así, pues no merece figuración alma tan
pequeña.
El fraile le
dijo al indio traductor que repitiera lo que decía mientras Atahualpa
miraba extrañado al ensotanado. Era el “Requerimiento” u orden para que
asuma el cristianismo como religión verdadera y el sometimiento del
“Hijo del Sol” a la autoridad del rey Carlos I de España y al Papa
Clemente VII.
La escena era
hasta ahí risible. Llegaba una partida de aventureros a un Imperio y
ordenaba sometimiento al emperador. Cabe imaginarse a Atahualpa esbozar
una leve sonrisa, pero ignoraba que el mundo no era el Tahuantinsuyo
solamente. Que había una China que inventó la pólvora y una Europa que
inventó las armas y las masacres.
Misario y anillo
Valverde,
haciéndose el manso cordero le dio a Felipillo un misario y un anillo
para que se lo diera al Inca. Atahualpa, miró los objetos, los olió y
los botó, pues en el Incario objetos así carecían de significado.
Corrió Valverde
donde Pizarro y le emplazó “¿No véis lo que pasa? ¿Para qué están
comedimientos y requerimientos con este perro lleno de soberbia, que
vienen los campos llenos de indios? Salid, que yo os absuelvo”.
Los españoles,
devotos de la cruz y del oro, explotaron de ira y descargaron sus
arcabuces y mosquetes. “La humanidad cristiana, armada de picas, espadas
y otros instrumentos a los que comenzó a llamárseles civilización,
salió a buscar y conquistar su reino. Ante la furia de los españoles que
querían hacer el triste mérito de ultrajar personalmente al Inca, se
alzó la voz de Francisco Pizarro: ‘El que estime en algo su vida, que se
guarde de tocar al indio’” (“Atahuallpa”, Benjamín Carrión. 2008)
La plaza de
Cajamarca se convirtió en un camal humano. Centenares de seres humanos
eran fulminados por mosquetazos, flechados por ballestas, destazados por
espadas o atropellados y aplastados por caballos. Charcos de sangre
humedecieron el suelo otrora fértil y ahora envilecido con la bota
española.
“Usos de la guerra”
Un español
intentó arrancarle el llauto imperial de la cabeza a Atahualpa, pero
Pizarro se interpuso recibiendo una herida leve.
Horas después,
Pizarro estaba ofreciéndole una cena al Inca a quien ofreció disculpas
por la violencia y Atahualpa le respondió: “Usos de la guerra es vencer o
ser vencido”… En la plaza, los españoles vadeaban montes de cadáveres.
Recibieron la orden de ir a los Baños Termales de Cónoc y saquear el
lugar, lleno de vasijas de oro y cinco mil mujeres, las cuales fueron
violadas en una masiva explosión de lujuria y porquería humana llamada
conquistador español.
Lima es declarada Plaza Mayor de la Cultura Iberoamericana 2014
Reconocimiento
fue otorgado por el Comité Sectorial de Cultura de la Unión de Ciudades
Capitales de Iberoamérica (UCCI). Lima se convertirá en el centro de
encuentros culturales iberoamericanos y se fortalecerán las capacidades
de gestión cultural.
Por
su gran compromiso con la promoción de las diferentes manifestaciones
culturales, la recuperación de los espacios públicos para el arte y la
valorización del patrimonio arqueológico, Lima fue declarada ‘Plaza
Mayor de la Cultura Iberoamericana 2014’. La valiosa designación fue
otorgada por el Comité Sectorial de Cultura de la Unión de Ciudades
Capitales de Iberoamérica (UCCI).
Pedro
Pablo Alayza, gerente de Cultura de la Municipalidad Metropolitana de
Lima, expresó que la distinción colocará a nuestra ciudad en el centro
de atención del continente. “Haremos honor al título. Es un orgullo para
todos y reafirma nuestro compromiso por hacer de Lima una ciudad en la
que se respira cultura y se viven las diferentes expresiones
artísticas”, dijo.
Agregó
que todos los argumentos para la postulación de Lima fueron presentados
en la última reunión realizada el 2012 en Cádiz (España), que luego
fueron aprobados por los miembros de la UCCI. Los proyectos emblemáticos
con los que se logró la designación fueron Cultura Viva, Lima
Milenaria, Ciudad de Culturas y el Festival de Artes Escénicas de Lima
(FAEL).
“Lima
será la sede de importantes conferencias, exposiciones, publicaciones
de libros, entre otros, y se intercambiarán experiencias para mejorar la
gestión de proyectos. Próximamente, la Municipalidad Metropolitana de
Lima convocará a las instituciones y empresas públicas y privadas para
generar el mayor movimiento cultural que la ciudad se merece. En el
2014, la cultura cumplirá un papel protagónico”, puntualizó Alayza.
Ocupa un área de 3,000 m2
y cuenta con dos ascensores, cinco pisos, dos sótanos, una azotea y
avanzados sistemas de automatización para más de 700 usuarios.
La
Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) realizó la ceremonia de
inauguración de su nueva Biblioteca Central, considerada uno de los
centros de recursos para el aprendizaje e investigación más modernos del
mundo, construida con una inversión de aproximadamente S/. 22 millones.
En
esta obra se invirtió más de S/. 20 millones desplegado en tres etapas:
mejorar la capacidad y calidad de la sede (más de S/.10 millones);
automatizar e implementar la biblioteca virtual (más de S/.5 millones);
sistematizar e implementar la fibra óptica, redes y de voz y datos (más
de S/.4 millones). Además se adquirieron fuentes informativas: como
bases de datos (S/. 895,172.00) y metabuscadores (S/. 190,472.00).
La
nueva sede facilitará a los estudiantes una experiencia de aprendizaje
ya que ofrecerá autoservicio (estantería abierta), sistemas de
autodevolución de libros y autopréstamo, acceso a información científica
y tecnológica especializada, libros electrónicos, servicios de búsqueda
avanzada, y catálogo público web.
Estructuras
La
nueva Biblioteca Central de la UNI ocupa un área de 3,000 m2, ubicado
en el Sector M del campus de la UNI y presenta una construcción de
4,549.30 m2, que incluye dos ascensores, cinco pisos, dos
sótanos y una azotea, además contará con una capacidad máxima de 711
usuarios distribuidos en dos salas de lectura, conferencias, tesis,
hemeroteca, medios audiovisuales, sala de referencia, entre
otros.
Es
importante resaltar que la edificación cuenta con Tecnologías de
Información y Comunicación (TIC’s) que consiste en un sistema de
cableado estructurado de voz y datos, también estará integrado por un
sistema de cableado eléctrico para los equipos de cómputo y sistema de
comunicación para la red de área local (LAN).
La
nueva sede ofrece la tecnología más reciente para poner al usuario en
contacto inmediato con los repositorios electrónicos de instituciones de
todo el mundo, tales como libros, tesis y revistas en formato impreso
debidamente actualizados, y así consolidarse como uno de los centros más
importantes del país y de la región.
El autor es el periodista Argentino Hernán Dobry podras visitar el
siguiente link para mas información de su libro "Los rabinos de
Malvinas" http://www.rabinosdemalvinas.com.ar/
En
segundo lugar queremos dar las gracias a "Angel Guardian" por
proveernos el link con el tema que no deja de ser interesante y agraga
mucha luz a la relación del gobierno Peruano y Argentino durante el
conflicto de la Malvinas.
La crónica de la rebeldía indígena de 1533 hasta el siglo XX (I)
Muchos colegios,
al menos hasta mi generación, nos enseñaron que una partida de
españoles derrumbaron a un imperio, dividido y pagano. Que España nos
evangelizó y debíamos agradecerle ese favor, pues la sangre hispana
forma parte de nuestra nacionalidad. Hablamos de generaciones formadas
creyendo que los peruanos de la Antigüedad no valían un céntimo y que
los conquistadores fueron, al final, héroes. La estatua de Francisco
Pizarro estuvo hasta hace unos años junto a Palacio de Gobierno, y el
presidente del Perú habita la misma casa donde gobernó este criador de
chanchos que devino en marqués y que inició siglos de explotación humana
y saqueo de nuestras riquezas para formar lo que se conoció como el
Imperio Español.
Hoy ya no se
enseña Historia del Perú en los colegios, sino vagamente como antes se
enseñaba artes manuales, y nuestros niños, oyendo a sus padres o abuelos
se quedan con la idea de que siempre fuimos perdedores y que los
blancos nacieron para dominarnos.
Llegó la hora de
cambiar, siquiera a través de este humilde espacio, esta aberrante y
equivocada tara mental de las nuevas generaciones. No queremos generar
odio a los españoles, sino plasmar la realidad histórica de lo que fue
el coloniaje hispano en nuestro país, que muchos pasan por alto para
evitar que les digan terroristas o “zurdos” y la república criolla,
cuyas diferencias puede usted contarlas con los dedos de una sola mano.
Esta serie se
basa estrictamente en estudios de Alberto Flores Galindo (1949-1990) y
otros historiadores peruanos, quienes desapasionadamente vieron la
historia desde la óptica del oprimido, no del opresor, incluso se basan
en crónicas de los mismos españoles, testigos de la época. Así que, esta
serie es lo más veraz posible en relatar lo que fue el padecimiento e
insurgencia indígena en el Perú desde el siglo XVI hasta el siglo XX.
El inicio de la tragedia
peruana (1524-1531)
Toda crónica
inicia desde el origen de la historia. Y ésta se inicia en Trujillo de
Extremadura (España) en 1478. Ese año aciago, una campesina castellana
fue violada por un hidalgo trujillano de poca monta, Gonzalo Pizarro, y
fruto de esa desgracia nació el 16 de marzo Francisco Pizarro González.
Malquerido por la madre, Francisca González y Mateos no aprendió a leer
ni a escribir. Abandonado a su suerte, crió chanchos hasta que a la edad
de 20 años viajó a Sevilla, se enroló en los Tercios Españoles,
unidades del ejército consideradas las más fieras, al mando de Gonzalo
Fernández de Córdoba, quien estaba empeñado en guerrear con los
franceses en Nápoles y quien recordó vagamente el paso de Pizarro por
sus tercios.
Nunca ascendió
de la clase de soldado en los 3 años que estuvo de servicio. Regresó a
Sevilla sin pena ni gloria, para embarcarse con Nicolás de Ovando hacia
la recién descubierta América, específicamente República Dominicana y
Haití en 1502.
En 1508, el rey
de España Fernando el Católico empezó a picar la codicia de los soldados
y marineros, empujándolos a explorar y conquistar más territorios para
el reino a cambio de títulos y gobernaciones. Los más avezados y
salvajes se lanzaron a la mar por amor al dinero y a escalar
socialmente.
Pizarro, a los
32 años, se enrolaba en cuanta expedición había: América Central,
Colombia, llegando al fin con Vasco Núñez de Balboa a descubrir para
Europa el Océano Pacífico en 1513. A los pocos años traicionó Pizarro a
Balboa arrestándolo por orden del infame Pedrarias, gobernador de
Castilla de Oro (Panamá), quien le premió por su deslealtad con una
encomienda y con la alcaldía de Panamá en 1523.
“El Birú”
Como era
analfabeto, no supo aprovechar el cargo y poder que tenía, siendo uno de
los menos acaudalados del istmo. Así que, todo un torpe pelagatos
conoce en 1524 a Diego de Almagro y Hernando de Luque, este último cura
en Panamá y entre trago y trago, empezaron a comentar los relatos
fantásticos de un reino llamado “El Birú”.
En la mesa de
una cantina panameña, se firmó entre los tres (hubo un cuarto, el
financista, licenciado Espinosa, quien desapareció de la historia
oficial) una contrata en la que Pizarro asumía la capitanía de la
expedición, Almagro la intendencia y Luque las finanzas. Ese maldito
día, sin recuerdo, se marcó la desgracia para millones de seres humanos.
Viajaron dos
años, intentando encontrar “El Birú”, enfrentando amagos de motines y
condena de la tripulación contratada, hasta que cansados de tantas
vueltas sin conseguir nada de riquezas, acoderaron en la Isla del Gallo
(frente a las costas de Colombia), donde se dio un episodio patético y
traduce la baja calaña de los aventureros, pues en sí fue un escena para
páginas policiales.
Los 13 asaltantes
“El trujillano
no se dejó ganar por la pasión y, desenvainando su espada, avanzó con
ella desnuda hasta sus hombres. Se detuvo frente a ellos, los miró a
todos y evitándose una arenga larga se limitó a decir, al tiempo que,
según posteriores testimonios, trazaba con el arma una raya sobre la
arena: ‘Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al
Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien
le estuviere’”, relata el historiador José del Busto.
Depredadores,
busca fortunas, alimañas. Como banda de asaltantes, discutían qué banco
iban a robar. Para los hispanófilos, fue un acto heroico para las
personas con dos dedos de frente, un hecho vergonzoso. Trece criminales
se quedaron con Pizarro cruzando su raya en la arena: eran los 13 del
Gallo, número ideal para la suerte que le esperaba al Perú.
Tras cinco meses
de espera en la Isla de la Gorgona, Almagro y Luque no abandonaron a su
compinche y regresaron con refuerzos e iniciaron la tragedia peruana,
al volver a Panamá, recuperar fuerzas y zarpar (Pizarro con sus hermanos
Gonzalo y Pedro; el clérigo Luque con sus curas Valverde y Pedraza)
decididos hacia el Perú, a finales de 1531.
Nuevas investigaciones, determinan que la
antigüedad de nuestro ejército se remonta al origen del Estado en el
Perú, es decir 1000 o 1,200 años A. de C. Las primeras formas de estado
aparecen con la civilización Chavín. Es con el estado Mochica que ya
podemos hablar de un Ejército profesional, ello implica la preparación
de un sector de la población exclusivamente para la guerra; pero es con
los Wari que el Ejército se establece como institución permanente. Sin
embargo son los incas quienes enmarcan al Ejército dentro de una
estrategia geopolítica: dar unidad al mundo andino.
Además, en este periodo el Ejército
adquiere características comunes a los ejércitos de otras latitudes:
tiene un Comando, una Organización (divisiones y unidades),
reclutamiento, un aparato logístico, e instrucción. Las decisiones
importantes eran tomadas de consenso entre el inca, sus consejeros y
principales jerarcas militares. Este Ejército Inca no termina con la
captura de Atahualpa, permanece formado en al lucha contra los
españoles, bajo la conducción de Manco Inca y sus sucesores los incas de
Vilcabamba hasta 1572. En los años posteriores y una vez consolidada su
presencia colonial en América, España no organizó un Ejército en estas
tierras. Entre otras razones por el temor que tenía la corona de
generar una fuente de poder que luego se volviera en su contra.
Se ha logrado enumerar más de cien
insurrecciones y alzamientos de indígenas y mestizos contra la
dominación colonial. De estas insurrecciones las que organizaron
Ejércitos formales es decir encontramos en ellos un comando, una
organización establecida, instrucción, y un adecuado abastecimiento,
fueron Juan Santos Atahualpa en 1742 y José Gabriel Thupa Amaro en 1780.
Cuando estalló esta revolución se conformó un Ejército para la defensa
del Cusco, integrado por cuerpos veteranos de Lima y por milicias
cívicas. Cabe destacar que la organización de las unidades virreinales
eran una clara expresión de mestizaje, Además las milicias cívicas se
componían mayoritariamente de indígenas que habían sido reclutados por
los curacas leales a la corona. Las huestes tupacamaristas tenían una
composición multietnica: mestizos, criollos e indios, reclutados en las
comunidades del Cusco y el Alto Perú. También tuvo combatientes mujeres.
En 1814 los hermanos Angulo Y Mateo
Pumacahua organizaron el primer Ejército formalmente establecido dentro
de la usanza militar de ese entonces, Había un comando, ya podemos
hablar de un Estado Mayor, encontramos unidades de infantería,
caballería y artillería, organizadas en divisiones claramente
establecidas. Tenían una bandera, símbolos y hasta una patrona, la
Virgen de las Mercedes. Este es el antecedente más inmediato del actual
Ejército.
A inicios del siglo XIX la lucha por la
independencia americana alcanzó notables progresos. Muchos pueblos
organizaron ejércitos para luchar contra el poder colonial. Nacen así
los Ejércitos de las Provincias Unidas del Río de la Plata y de Chile,
que en 1819 conformaron el Ejército Libertador del Perú. Desde 1818 los
patriotas peruanos mantenían una nutrida correspondencia con los
patriotas platenses.. La ofensiva española alcanzó su mayor fuerza entre
1814 y 1816, pero no pudo derrotar al gobierno de las Provincias
Unidas.
En el Perú, los patriotas comprendieron
que sin el apoyo de las Provincias Unidas iba a ser muy difícil derrotar
a los españoles. Enviaron detalles de la distribución de las fuerzas
españolas y diversos planes de desembarco. Uno de estos planes fue
preparado por José de la Riva Agüero, y enviado a Buenos Aires escondido
en la suela del zapato de un patriota que viajó a esa ciudad.
San Martín aceptó realizar la expedición
porque se convenció que los peruanos estaban decididos por la
independencia. Es así como el 5 de febrero de 1819 se firma un tratado
por el cual las Provincias Unidas del Río de la Plata y la República de
Chile, acuerdan organizar una expedición al Perú, “conviniendo ambas
partes con los deseos manifestados por los habitantes del Perú de que se
le auxilie con fuerza armada para arrojar al gobierno español”.
San Martín al ver el entusiasmo y apoyo
total que recibía de los peruanos, que en gran número llegaban al
cuartel general de Pisco pidiendo ser dados de alta en el Ejército
Libertador, decidió organizar con ellos las primeras unidades peruanas.
Como primera medida el 21 de octubre firmó el decreto de creación de la
Bandera del Perú, para que los peruanos, que comenzaban a organizarse
militarmente, tuvieran un símbolo patrio que defender y bajo el cual
combatir. Estas unidades fueron: el Escuadrón Auxiliares de Ica y los
batallones Cazadores del Ejército y Veteranos de Jauja. Nace así el
Ejército del Perú.
La organización de este Ejército, al
igual que la de los ejércitos de Argentina y Chile y el mismo el
Ejército Libertador se hizo acorde con las Ordenanzas españolas del
siglo XVIII. Estipulaba además dos tipos de organización: una para la
paz y otra para la guerra. En tiempo de guerra el Ejército tenía un
Comando conformado por un general en jefe; un Estado Mayor, para
coordinar y dirigir las campañas; por divisiones y unidades. En tiempo
de paz no había estado mayor, ni general en jefe. Se organizaba la
Inspección General para cumplir ambas funciones, a más de económicas
disciplinarias y administrativas.
El Ejército Peruano en 1820 fue
organizado para la guerra, pero no tenía un general en jefe, ni un
estado mayor, porque estaba supeditado al comando del Ejército
Libertador, donde se le consideraba una división más. Es recién en 1823
cuando el presidente Riva Agüero da autonomía a nuestro Ejército, y
puede decirse que esta es realmente su partida de nacimiento, pues le
confiere un General en jefe y le designa un Estado Mayor. El primer
general en jefe fue Andrés de Santa Cruz y el primer jefe de Estado
Mayor el general Agustín Gamarra. Se aprueba reglamentos de instrucción y
se inicia el reclutamiento para engrosar esta fuerza. Igualmente se
aclara que es nuestro Ejército quien conduce y lleva el peso de las
operaciones bélicas.
Con la llegada de Bolívar, el ejército
Peruano sufre un duro golpe, se desintegra muchas unidades para que sus
efectivos pasen a integrar las unidades colombianas, nos quedamos
prácticamente sin caballería. Se pretendió menoscabar la presencia
peruana para restar peso político a nuestra actuación y encumbrar a
Bolívar y su proyecto de la Confederación de los Andes. Sin embargo la
actuación peruana en Junín y Ayacucho será decisiva.
Al iniciar nuestra vida independiente en
1825, se organiza al Ejército acorde con lo estipulado en las ordenanzas
para los tiempos de paz. Se suprimió el Estado Mayor y se organizó la
Inspección de Infantería y Caballería. Se aprobó el primer reglamento
orgánico y se incrementaron nuestros efectivos. De todas las
instituciones existentes en los primeros años de nuestra vida
republicana, el Ejército era una de las pocas que se encontraba
fortalecida y presente en todo el territorio nacional.
Mientras los liberales buscaron generales
de carácter señorial que representaran los intereses costeños, los
conservadores buscaron militares que impusieran gobiernos fuertes para
poder garantizar la premisa de paz y orden y los intereses del sur
andino. Esta pugna esta presenta en las diversas Constituciones que tuvo
el Perú entre 1825 y 1845, etapa que se conoce como del caudillaje
militar, porque la pugna política se encubrió y transformó en una
rivalidad de intereses personales y de figuración.
Jorge Basadre dice que el militarismo es
consecuencia del vacío poder en esos años iniciales de nuestra vida
republicana y no causa del mismo. Esto es fundamental para poder
comprender la historia militar del Perú. Otro aspecto también muy
importante es comprender la doctrina que manejaban los militares en esos
años. Basadre también dice que los militarismos del siglo XIX surgen en
el Perú después de las victorias o las derrotas. Los militares se
creyeron los hacedores de la patria y los llamados a resguardarla. Un
amplio sector de la población civil se convenció de ello. Prueba de esto
es que los grupos políticos que operaron durante el siglo XIX, incluido
el partido civilista, siempre recurrieron a militares para
fortalecerse, en vez de buscar su fortalecimiento en la llamada sociedad
civil.
Esos años las pugnas políticas generaron
la existencia de un gran número de oficiales. En 1829 se ordenó la
primera reforma del Ejército y se dispuso que los oficiales que no
habían participado en la guerra de independencia, pasaban a la condición
de reformados. No obstante en la práctica no se cumplió y muchos de los
reformados regresaron al servicio luego de cobrar su dinero.
El gran número de oficiales, producto de
las rivalidades militaristas, la falta de dinero en el erario público
para poder sostener una planilla tan alta, originó el atraso en el pago
de haberes. Pero fue la inestabilidad política la que generó un mal
endémico en el Ejército del siglo XIX, la presencia del llamado
indefinido, que era el oficial sin plaza en el Ejército. Es recién con
Castilla que el Ejército se moderniza. En esos años se intentó
solucionar el problema del armamento, hay compra de material bélico
producto de la bonanza guanera. Con ese armamento pudimos enfrentar con
éxito la guerra con España y obtuvimos la victoria del Dos de Mayo, que
selló la independencia de Perú y América.
Entre 1867 y 1879 se agudiza la rivalidad
entre militares y civiles. Hay un deterioro en el Ejército que se
manifiesta en la falta de actualización profesional, deterioro del
armamento, reducción del personal y efectivo de tropa. La doctrina no se
cambia y ni se definen los roles del estado y mucho menos del Ejército.
La derrota de la guerra con Chile es una
culpa compartida entre civiles y militares. Es producto de la
imprevisión, de la improvisación y falta de preparación. Nuestra
doctrina no se adecuó a los avances de la guerra moderna, el armamento
no fue renovado y no se uniformizó el calibre. Además, en el aspecto
político, el Perú era un país fraccionado por las pugnas internas, no
habíamos alcanzado nuestra unidad nacional.
La guerra nos dejó una amarga
experiencia. De la derrota surge el segundo militarismo de la historia
peruana. Emerge en estas duras circunstancias la figura del general
Andrés Avelino Cáceres, quien durante la Resistencia de la Breña nos dio
un ejemplo de dignidad, al no reconocer la derrota y mantener en alto
las armas contra el invasor. Después de la guerra el general Cáceres es
elegido Presidente Constitucional y el país se encamina hacia la
reconstrucción nacional. Un objetivo guiará al gobierno de Cáceres
solucionar los problemas económicos y políticos, para encontrar la
estabilidad que garantice la reactivación militar y permita exigir a
Chile la realización del plebiscito, para la devolución de nuestras dos
provincias cautivas: Tacna y Arica.
Este objetivo pasaba por la necesaria
modernización del Ejército. Fue por ello que se iniciaron las gestiones
para contratar una misión militar europea, para que reformara el
Ejército Peruano. La grave situación económica del país, sin embargo,
impidió que durante el gobierno de Cáceres este proyecto se
concretizara. Sin embargo durante su breve segundo gobierno intentó
reactivar este anhelo, pero circunstancias políticas se lo impidieron.
Su sucesor, Nicolás de Piérola hizo suyo
este proyecto. El inicio del nuevo siglo XX exigía cambios acordes con
los nuevos tiempos que se vivían. Piérola planteó la necesidad de
reorganizar completa y definitivamente el Ejército. Para comenzar tan
importante tarea era necesario contar con asesores militares que
orientaran a nuestro gobierno en tan difícil tarea y conforme a los
adelantos del arte de la guerra. Fiel a nuestra tradición militar, se
decidió contratar en Francia una Misión Militar, la que llegó al Perú en
1896 y desarrolló un papel importante y fundamental en la
transformación del Ejército. Lo mejor de la tradición militar francesa
se hizo presente en nuestra patria, enriqueciendo nuestros valores
nacionales.
Su primera actividad estuvo dirigida a
constituir con oficiales y tropa peruanos un conjunto de instructores
para desarrollar nuevos métodos y procedimientos de guerra. Su centro de
operaciones fue la antigua Escuela de los Cabitos en Chorrillos. En
noviembre de 1896 elevó un primer informe al gobierno aconsejando la
organización de una Escuela Militar para dirigir desde allí la
instrucción y formación doctrinaria de los futuros oficiales.
El Ejército del Perú inicia el siglo XX
con renovados y optimistas bríos. Una vigorosa transformación comienza
no sólo en la institución sino también en el conjunto de la sociedad
peruana. Se inició un proceso de regionalización militar, acorde con las
necesidades integrales del país; se dio una renovación doctrinaria y
académica en los centros de instrucción militar. Así, el esfuerzo de
los oficiales y soldados peruanos permitió forjar un Ejército moderno.
El Ejército empezó la segunda mitad del
siglo XX con renovado optimismo, en condiciones de exhibir una doctrina
propia, enriquecida con el aporte de la Misión Militar Norteamericana,
que llegó al Perú a fines de 1944 y permaneció hasta 1969, brindando
asesoramiento técnico que se hizo extensivo además a la venta de
material bélico norteamericano. El título de Inspector General del
Ejército fue cambiado por el de Comandante General del Ejército, el 12
de marzo de 1953.
Como consecuencia de la Segunda Guerra
Mundial los Estados Unidos de Norteamérica emergieron en el contexto
internacional como una potencia hegemónica que lideró la defensa
continental. Ese país expidió la ley de préstamos y arriendos con la
finalidad de dotar de armamento a los países aliados. En la tercera
reunión de cancilleres celebrada en Río de Janeiro el 30 de marzo de
1942, se acordó “el principio de solidaridad continental” frente al
peligro común: el totalitarismo fascista y se fundó la Junta
Interamericana de Defensa para la firma de acuerdos bilaterales y
militares de ayuda mutua, técnica y material. En este contexto empieza a
desarrollarse la presencia de la Misión Norteamericana en nuestro
Ejército.
Desde 1948 el Ejército interviene en las
actividades de desarrollo nacional como la construcción de carreteras,
seguridad ciudadana, tareas de salud, educación, prevención y socorro en
casos de desastres, entre otras. Además incentiva el desarrollo de las
industrias ligadas al abastecimiento militar, se renueva la fábrica de
municiones, se instala una de zapatos y curtiembre y otra de vestuario.
En 1960 entró en funcionamiento el Centro Industrial del Ejército y en
1974, todas estas fábricas se unifican como Industrias Militares del
Perú.
.
En el campo de la defensa, hasta 1969 la
Secretaría de la Defensa Nacional figuraba en la estructura orgánica de
la Presidencia de la República. La labor que cumplió en el diagnóstico
de la realidad del país y proponiendo objetivos nacionales, determinó
que el 27 de agosto de 1979 se convirtiera en Sistema de la Defensa
Nacional, asignándole el más alto rango. Al crearse en 1987 el
Ministerio de Defensa este sistema fue incorporado en su estructura. En
1991 se le restituyó su autonomía creándose el Consejo de Defensa
Nacional.
La mujer peruana fue considerada en este
período dentro de la ley del Servicio Militar y orgánicamente se
incorpora a filas en 1993 mediante el Servicio Activo no Acuartelado
Femenino (SANAF). En 1997 se asimilaron como oficiales un grupo de
mujeres profesionales y ese año ingresó el primer contingente de damas
como cadetes a la Escuela Militar de Chorrillos.
Durante estos años se crearon dos nuevas
Armas: Transmisiones en 1959 e Inteligencia en 1991. Y en 1957 la
Escuela de Paracaidismo del Ejército; en 1960 la Escuela de Comandos; en
1965 el Destacamento de Fuerzas Especiales; y en 1973 la Aviación del
Ejército.
Evidenciando la calidad alcanzada por
nuestro Ejército, el Perú, envió entre 1973 y 1975, fuerzas militares
al Medio Oriente para asegurar el cese al fuego y la separación de las
tropas árabes-israelíes después de la guerra del Yon Kippur. En efecto,
el Batallón Perú a órdenes de la fuerza de emergencia de las Naciones
Unidas, contribuyó en esta tarea conjuntamente con unidades de Panamá,
Suecia, Irlanda y Canadá.
En la defensa del frente externo la
institución se llenó de gloria en las acciones de la Cordillera del
Cóndor, cuando en enero de 1981 el Ecuador intentó penetrar en la región
del Cenepa. Al repetirse, en enero de 1995, la infiltración ecuatoriana
en las cabeceras del río Cenepa se volvió a desalojar al invasor.
Después de la guerra de 1879, ninguna
hecatombe había asolado nuestra Patria como la guerra subversiva
iniciada en mayo de 1980. A partir de diciembre de 1982 las Fuerzas
Armadas asumen la conducción de la lucha contrasubversiva. Entonces la
cuota de sacrificio, heroicidad y abnegación del Ejército, así como de
los otros Institutos Armados, fue inmensa.
Al iniciarse en 1990 la Pacificación del
territorio nacional, esta lucha rindió sus frutos y permitió la captura
de los principales líderes terroristas, permitiendo así concentrar todos
los esfuerzos nacionales en la búsqueda del desarrollo y bienestar.
Al Ejército del Perú, no solo hay que
entenderlo como institución reducida exclusivamente a las acciones
militares, sino integralmente, ligado al desarrollo del país. Nuestra
institución al ser permanente contribuyó a delinear un territorio, un
carácter nacional y producto de sus luchas y victorias el amor y respeto
a los símbolos, héroes nacionales y por ende la grandeza del Perú.
Nuestro Ejército, como parte componente
de las Fuerzas Armadas, por mandato constitucional, participan en el
desarrollo socioeconómico del país y en la Defensa Civil. Los últimos
años, esta tarea ha adquirido una gran importancia, facilitando la
adhesión de la población, base fundamental para lograr la Pacificación y
el Desarrollo Nacional.
El Ejército del Perú, consciente de la
necesidad de consolidar la Pacificación Nacional, consecuente con la
misión que le compete de garantizar la independencia, la soberanía y la
integridad territorial de la República, también ha volcado su
accionar, experiencia, infraestructura y vocación de servicio
participando en la aplicación de programas que contribuyan al
bienestar y desarrollo del país como son los de colonización o
creación de fronteras vivas, construcción de carreteras, formación y
educación cívica, estudios cartográficos ayuda a la comunidad o acción
cívica, estudios en el continente antártico, etc. Todo este esfuerzo
permite apreciar, con mayor claridad la trascendencia de la tarea
nacionalista que cumple el Ejército y también es una manera para que
mantenga una permanente y verdadera cohesión con el pueblo en bien del
Desarrollo Nacional.