miércoles, 13 de marzo de 2013

El Perú es el primer país en el desarrollo de energía fotovoltaica en Sudamérica

Subraya el mandatario


El presidente Ollanta Humala Tasso participó en la inauguración de la planta de energía fotovoltáica ubicada en la provincia Alto de la Alianza, en la región Tacna.

fotovoltaica alto de la alianza

En el marco de esta actividad, destacó que el Perú es el primer país en el desarrollo de energía fotovoltaica, en Sudamérica, ya que se alcanza a generar 100 megas aproximadamente. “El segundo lugar no pasa de los 18, 19 megas”, comparó.

No obstante, en una ceremonia protocolar, acompañado del ministro de Energía y Minas, Jorge Merino, el Jefe de Estado aseguró que esta nueva central de paneles solares permitirá incrementar la seguridad energética de Tacna y del país, llegando a la gente más humilde que carece de energía.

Asimismo, afirmó que esta planta puede absolver sin problemas la mitad de la demanda de energía (40 megas) que tiene esta región del Sur y, además, ayudará a evitar los apagones y descongestionará la línea de trasmisión que alimenta a Tacna.

Más adelante, consideró que, progresivamente, la matriz energética en el Perú debe ser equilibrada y no depender en gran medida del diesel o del petróleo, ya que se trata de una energía cara y contaminante.

Por ello, al señalar que este tipo de plantas son de interés del Gobierno Central, garantizó que se seguirá promoviendo todo tipo de energía que sea renovable, como es el caso de los paneles solares.

El Presidente recomendó al titular de la cartera de Energía y Minas a implementar una política que busque abaratar el costo de energía, a fin de que sea también un factor de inclusión social y de competitividad frente a otras regiones donde la energía es cara.



Hospital Hipólito Unanue realizó primera angioplastia y salvó la vida de un padre de familia de escasos recursos


Primera angioplastia realizada en el Hospital Nacional Hipólito Unanue del Ministerio de Salud (Minsa), salvó la vida de un padre de familia de 55 años, que presentaba obstrucción severa de arteria coronaria descendente anterior (arteria principal del corazón).

Según la Dra. Yudy Roldan Concha, Jefa del Servicio de Cardiología del referido nosocomio, el paciente corría el riesgo latente de sufrir un ‘gran infarto’, que pudo ocasionar un desenlace fatal. Gracias a la realización de la angioplastia, con colocación del dispositivo Stent intracoronario, procedimientos altamente especializados, se pudo revertir la situación y salvarle la vida.


Esta intervención de gran complejidad médica, se realizó porque el Hospital Hipólito Unanue adquirió recientemente un equipo de última generación ARTIS ZEC, sistema integral de angiografía digital que permite realizar exámenes cardiovasculares, procedimientos de angiografía universal y procedimientos intervencionistas.

Esta atención fue cubierta en su totalidad por el Seguro Integral de Salud (SIS). En el sector privado una angioplastia tiene un costo aproximado de 17,000 nuevos soles, monto inaccesible para gran parte de los peruanos.


Debido a los continuos casos de Enfermedad Arterial Coronaria (EAC), que se presentan en el Hospital Hipólito Unanue, se ha creado el Área Hemodinámica Cardiovascular, que ya tiene una lista de espera de al menos 20 personas que requieren con suma urgencia la realización de cateterismos y angioplastias.

Cardiólogos con especialización en Hemodinámica Cardiovascular, tecnólogos médicos, enfermeras y técnicos de Enfermería, integraron el equipo de profesionales que intervinieron en esta angioplastia.


Angioplastia
 
La angioplastia coronaria es una intervención que se realiza para despejar arterias coronarias —arterias del corazón— que se estrechan u obstruyen con el colesterol, compuestos grasos, calcio entre otras sustancias, cuya acumulación se denomina arterosclerosis. A medida que se acumula la placa, la arteria se estrecha, dificultando el flujo de sangre al corazón, y puede aparecer un síntoma denominado "angina de pecho". Con el tiempo, la arteria parcial o totalmente obstruida puede ocasionar un ataque cardíaco.

Los especialistas indican que una opción es realizar una intervención coronaria percutánea, es decir, una angioplastia con balón y/o la colocación de un Stent.

El Stent es un dispositivo como una malla metálica de forma tubular que se implanta dentro de una arteria coronaria; actúa como soporte o armazón para mantener abierto el vaso sanguíneo, y contribuye a mejorar el flujo de sangre al músculo cardíaco.



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“Manco Inca, Cahuide y Vilcabamba”


 La crónica de la rebeldía indígena de 1533 hasta el siglo XX (IV)

Setiembre de 1533. Un Imperio había iniciado su desaparición y otro, infame, se iniciaba: el imperio de la crueldad, la explotación, el genocidio y el miedo.
Francisco Pizarro no podía contener el temblor en las piernas ante el asesinato de Atahualpa y la futura reacción de los “hatun runas” (el pueblo del Imperio), furiosos ante el regicidio.
El criador de chanchos se acercó al cadáver del Inca, le arrancó la “Mascaipacha”, símbolo del poder imperial como una especie de corona, que en sí era una vincha y se la encajó al infeliz de Túpac Huallpa, tristemente conocido como “Toparpa”, sumiso hermano menor de Huáscar.
El cabecilla de los españoles era cobarde pero no tonto, queriendo con este acto amainar las iras populares porque reponía lo que había quitado: un Inca.
Su hermano, Hernando Pizarro, mientras tanto le cansaba hablando de una valle ideal para asentar la primera colonia española de importancia en Jauja. Las razones propias de la alimaña era estar cerca al oro y cerca al mar para escapar con él en caso de ponerse feas las cosas. 

En casi un mes, tras pasar por Huamachuco (La Libertad) y el Callejón de Huaylas (Áncash), tuvieron que recalar en Cajatambo, en el Norte de la hoy provincia de Lima. Allí se realizó la primera muestra resistencia indígena, pues los “hatunrunas” comandados por el curaca Calcuchímac, improvisaron una artillería de piedras, las cuales certeras rompían crismas de un lado a otro de las tropas invasoras. 

Calcuchímac 

Calcuchímac no atacaba frontalmente, sino por los flancos, diezmando por las costillas a la bestia que sudando frío, pudo llegar a Tarma (Junín), faltándole sólo 120 km para llegar a Jauja. Llegaron el 14 de octubre de 1533.
Pizarro con su mascota Toparpa, dejó un alcalde, cabildantes y regidores además de un teniente gobernador. Y, por supuesto, 800 soldados se quedaron como guarnición. Infectado de codicia, Pizarro estaba obsesionado con el Cusco, el cual prometía nadar en oro, plata y más de todo lo que valiera millones en Europa.
A finales de octubre, con caballos, ejército, se lanzó a la capital del Imperio.
De nuevo, hecho un manojo de nervios, Pizarro mandó a su capitán De Soto comandar una patrulla de avance para evitar sorpresas. En Vilcashuamán (Ayacucho), de Soto encontró una un chubasco de piedras lanzadas por miles de hondas y sus caballos eran tumbados a mazazos (maderos con piedras incrustadas y afiladas) y luego aplastaban los cráneos de los jinetes. 

Entre los muertos estuvo Toparpa. Los amantes de España en el Perú lo califican de salvajada, pero la mita, el genocidio de los naturales, prefieren dedicarle un párrafo benevolente y citar a Bartolomé de las Casas, cura y luchador solitario del derecho a vivir del indio.
El ataque fue tan fiero, que De Soto como zorrino, tuvo que esconderse en una quebrada, de donde sólo salió hasta que llegó Almagro con refuerzos.
Los indios fueron abatidos por superioridad numérica y Calcuchímac quemado vivo.

Cusco, “ciudad abierta” 

La nobleza cusqueña, aburguesada por el lujo y la comodidad, al saber de la muerte de Calcuchímac, seminoble como si fuera un animal, mojaron la cama y decidieron no oponer resistencia y considerar al Cusco “ciudad abierta”.
Pizarro y sus compinches ingresaron a la Ciudad Imperial el 15 de noviembre de 1533, pero encontraron palacios y tambos (almacenes) hechos cenizas.
En ese momento, las sombras que propicia siempre la Historia no explica por qué el hijo del Huayna Cápac, Manco Inca I, se presentó en paz ante Pizarro para solicitarle protección. Se le dijo servil, oportunista, pero otros lo catalogan de astuto, pues presentarse arma en mano era muerte segura para el único descendiente del linaje real de los Incas.

Manco Inca 

Manco Inca parece, según los indicios lógicos de los hechos y no de copistas de crónicas españolas, que se contentan con decir que Manco Inca se aburrió de los españoles y se fue como si fuera una animalito arisco, se dedicó a estudiar la idiosincrasia y la manera de pensar del enemigo, luego sus estrategias, posteriormente las constantes de sus ejercicios militares.
En eso estaba empeñado cuando los españoles comenzaron a hacer cuentas empezaron a cerrar caja como lo que eran: asaltantes. Se juntaron en una mesa y depositaron todas las riquezas hasta ese momento hurtada.
Salivaban la mesa al ver que llegaban al millón de pesos de oro y un cuarto de millón de plata. Tras llenar sus bolsillos, el cuidador de chiqueros hizo lo de rutina (cosas simples nada más, al alcance de su calidad intelectual): fundar la ciudad, darle nombre, nombrar cabildantes, alcalde y teniente gobernador y, dedicado a su aburrida tarea burocrática, le llega de España su nombramiento como Gobernador del Perú y Capitán General de la Nueva Castilla (rebautizado nombre del Imperio del Tahuantinsuyo).
En 1534 a los puertos fluviales de Sevilla empezaron a llegar los barcos con entregas a las Cajas Reales de la Corona, la cual desde 1503 hasta 1530 recibió del saqueo de América sólo 1 millón de pesos de oro. Pero después, de 1531 a 1535 se les vino como maná sangriento 2 millones de pesos de oro y a 1540 ya había superado los 4 millones. Lo que recibieron en 27 años, lo cuadruplicaron en 9 años. 

La jura de Calca 

Manco Inca seguía su papel en ese montaje, hasta que consiguió su objetivo: le ciñeron la “mascaipacha” y era oficialmente el último Inca y en marzo de 1536, completó esa etapa de sus objetivos y engañando a los españoles diciendo que iría a combatir a un curaca rebelde al rey de España, le dejaron salir del Cusco con una pequeña tropa de los suyos.
Se fue al norte 50 km, llegando a Calca, donde se encontró con sus generales leales e hizo con ellos un juramento: luchar hasta la muerte por echar a los españoles y restituir el Imperio. Reorganizó el ejército y el Incario de cenizas mutaba en Ave Fénix.
El retumbar de miles de soldados imperiales para recuperar lo suyo, removió el suelo de la Ciudad Imperial y los españoles se hicieron encima. Aterrados mandaron a correos a caballo a Lima para pedir ayuda a Pizarro que estaba en la futura capital del país, a la que acababa de fundar en 1535. 

El Ejército Inca se acantonó en la Fortaleza de Sacsayhuamán, a sólo 2 km al norte del Cusco, para luego sitiar la Capital capturada por 200 bandidos europeos.
La flama encendida por Manco Inca prendió las llanuras, sierras y quebradas de casi todo el Tahuantinsuyo. La dignidad volvía tras ser atropellada por una piara de cerdos. 


Prisión, juicio y muerte de un Inca


La crónica de la rebeldía indígena de 1533 hasta el siglo XX (III)
Por: Pedro José Cama

El poeta español (1562-1633) perteneciente al “Siglo de Oro” de la lírica española sacaba verso a verso las entrañas tiznadas de vileza del español aventurero y cazafortunas que invadió América en el Siglo XVI.
Tras la masacre de Cajamarca, la cual historiadores peruanos intentaron minimizar reduciendo el saldo mortal a 2,800 seres humanos, cuando cronistas de la época hablan de 7 a 8 mil indios, la realidad aún más sombría es que un grupo de facinerosos tenían preso al Inca.
Mientras tanto, la soldadesca española recorría el territorio buscando más riquezas. “Sí, este oro comemos”, le decían a los nativos que consideraban dicho mineral sino como adorno de templos, palacios y autoridades imperiales.
Los indios le daban granos de oro a los malhechores pensando que tenían hambre.

La repartija 

Después de cenar con Pizarro y De Soto, Atahualpa miró al criador de chanchos y sin mediar explicación mayor ofreció llenarle una estancia de oro si lo dejaban libre. La saliva descendía por la comisura de los labios del extremeño de 54 años. “Te perdonaríamos la vida y te dejaríamos ir”, se comprometió Pizarro González.
Fijan los historiadores en seis meses lo que demoró Atahualpa en reunir la cantidad de oro que logró llenar la estancia. Oro por libertad. Ingenuo emperador.
En ese lapso, Hernando Pizarro saqueó Pachacámac (Lima); Moguer y Zárate salieron al Cusco ya en febrero de 1533.
Entonces, llegó Diego de Almagro Gutiérrez, también hijo de una violación como Pizarro, cuya contrata obligaba a sus socios a esperarlo para repartir el botín del robo. Era el 14 de abril de 1533 cuando los ladrones se sentaron en una mesa y empezaron a repartirse lo hurtado: 1 millón 326 mil 539 castellanos de oro y unos 50 mil marcos de plata.
Pizarro se embolsicó 57 mil castellanos de oro; Almagro, 31 mil y el metal fue llegando de mano en mano entre oficiales y tropa. Al rey forzosamente 263 mil castellanos de oro los cuales fueron al instante cogidos por los funcionarios reales.

La explotación del Perú por una España en formación y sin peso en Europa, comenzó con esa repartija de bandoleros.
De Soto, los funcionarios del rey y 25 soldados regresaron a España a darle al monarca Carlos I su parte.

Estafado Atahualpa, quien había cumplido con pagar su libertad, exigió su liberación tan insistentemente que colmaron la paciencia de Pizarro, quien con la conciencia más negra que la noche y sucia como fango que pisaba cuando vareaba a los chanchos.
O lo llevaba a España como atractivo o lo tenía como rehén en preciso instante que se da a conocer cómo fue la muerte de su hermano Huáscar. “Una vez derrotado el ejército cusqueño, Huáscar fue conducido descalzo y atado del cuello hasta donde se encontraba Atahualpa.
“Sin embargo antes de que se encontraran, Huáscar fue ejecutado por miembros de su séquito en Andamarca (Lucanas, Ayacucho). Sus restos fueron arrojados al río Yanamayo.
La excusa calzó preciso en el zapato de la sentencia de muerte del Inca. Atahualpa tenía la suerte echada. No sólo lo habían estafado sino que moriría quemado vivo. 

Los tinterillos españoles construyeron una sentencia penal: El Inca ordenó la muerte de su hermano Huáscar, de lo cual no había pruebas. La segunda acusación fue el haber organizado una contraofensiva contra los invasores, lo cual fue desmentido por el mismo Hernando de Soto, quien al volver de Huamachuco dijo que reinaba la paz entre los naturales.

No podía estar vivo

El hecho era que no podía salir vivo el líder de un Imperio por conquistar, con mando de ejércitos diez veces superior al español.
Se corrió la voz que el ejército imperial iba camino a Cajamarca a rescatar a su Inca y el miedo hizo apresurar las cosas y tras un juicio sumario, Atahualpa, el hijo del Sol, era condenado a muerte en la hoguera.
El 29 de agosto de 1533 “perdida toda esperanza, recobró el Inca su normal tranquilidad y miró inevitable la muerte como solían mirar los guerreros del Nuevo Mundo.
“Antes de consumarse la condena, Atahualpa aceptó bautizarse para que le cambien la pena y no convertirse en cenizas, pues esto le imposibilitaba convertirse en mallqui (momia sagrada), y significaba morir definitivamente. 

“El fraile Valverde lo bautizó en el acto con el nombre de Francisco, en honor a su padrino, el jefe de los invasores.
“Luego de la ceremonia el Inca fue estrangulado y su cuerpo enterrado en la capilla de Cajamarca. Los españoles reconocieron como nuevo soberano a un joven noble huascarista llamado Túpac Huallpa, para avanzar junto a él rumbo a la capital del rico Tahuantinsuyo, el Cusco” (William Robertson. “Historia de América”. 1958)
Un postigo, un torniquete y un cuello quebrado terminó con todo rastro de lo que fuera una de las tres civilizaciones americanas más grandes de la era precolombina.
El 30 de agosto de 1533, las hermanas y collas de Atahualpa invadieron uno de los palacios imperiales ya convertido en iglesia, para llorar a su Inca y terminaron suicidándose para irse con él.

“Inkarri”

Ya en 1534 se escuchaba triste en los indios un canto funerario:
“Amortaja a Atahualpa/su amada cabeza ya la envuelve/el horrendo enemigo”
Se inicia entonces el mito mezclado con el religioso misterio católico del regreso del Mesías.
Los indios lo utilizaron como fachada para dar comienzo a la esperanza del “Inkarri”, dividida en tres épocas: anterior a los españoles (El Padre); después con el inicio de las encomiendas, la mita, el yaconaje y la esclavitud (El Hijo), es decir, el sufrir como Cristo en la cruz y la tercera, (Espíritu Santo) significaba volver el mundo a su lugar, ya no de cabeza como estaba. El “Pachakuti”.
El mito, según Alberto Flores Galindo, se convertía en utopía. La rebeldía comenzaba su atropellado camino contra el invasor que llevó en su primer intento liberador a gestar la primera batalla declarada por Manco Inca en 1536 y que duraría 36 años.
La utopía estuvo a un palmo de hacerse realidad.


lunes, 11 de marzo de 2013

Invasiones Incas y pueblos originarios del Perú a Chile




Durante la época precolombina, Chile recibió la influencia de numerosos pueblos de regiones externas, que les enseñaron técnicas avanzadas de agricultura y trabajo en cerámica a nuestras culturas, principalmente del norte chileno. Destacaron las invasiones de Tiahuanaco y los Incas.

La crónica de la rebeldía indígena de 1533 hasta el siglo XX (II)



Mientras Pizarro, Almagro y el clérigo Luque se embarcaban hacia el Perú, tras conseguir el primero que el rey de España le certificara en un documento real que sería gobernador de lo que conquistara para la Corona además de recibir la Orden de Caballero de Santiago (la llamada Capitulación de Toledo) en 1529, en el Imperio de los Incas se labraba una constante: la descentralización del poder del Inca, degenerando en división.

Al morir Huayna Cápac en Tumebamba, hoy Quito (Ecuador), en 1525, por un ataque de viruela transmitido por los europeos desde la llegada de Colón en 1492, dejó como sucesor a Ninan Coyuchi, pero la viruela también lo mató a los 37 años, en 1527. Empezó allí el sello trágico que marcaría el final de una Era.

Otro de los hijos del Inca muerto, Huáscar, apegado a la nobleza del Cusco, que cual la antigua Roma se contentó en gozar ser la capital del mundo conocido, fue designado Sapan Inca, pero Huayna Cápac le había nombrado Incap Rantin (vice gobernador), lo cual le quitó legitimidad ante su hermano, Atahualpa, quien estaba con su padre cuando murió en Tumebamba.

Se inició entonces la guerra civil por el Imperio, el cual se venía rajando en varios polos de gravitación política: Pachacámac (Lima); Cajamarca, Vilcashuamán (Ayacucho) y Pumpu (Junín), hacían vida social propia, disminuyendo la hegemonía cusqueña a pesar de los jefes responsables o “Camayocs”. Éstos monitoreaban desde 10 personas hasta 10 mil que ya representaba una provincia. Y estos “camayocs” tenían un superior, el “Camayoc” del Suyo, quien al final reportaba al Inca.


Ocaso


El Sol dejó de brillar para el Perú. Su hijo, el Inca, cedió terreno a esos centros de poder cuando ya no podían ser controlados. Atahualpa se acantonó en Tumebamba, donde nació y Huáscar en el Cusco. El Imperio se partía en dos pero ya estaba quebrándose en diez.

Era 1529 y la guerra civil proseguía cuando ese oscuro 1532, desde los mares del norte se hizo ver en el horizonte aparejos, cruces y bandidos blancos y barbudos, subidos en balsas gigantescas y con palos metálicos que vomitaban fuego.

Nunca un golpe de suerte fue tan propicio al crimen. Ciento ochenta infantes, 27 de caballería, curas dominicos, funcionarios reales, más refuerzos de otro saqueador, Sebastián de Benalcázar, recogido por Pizarro en Nicaragua, fue suficiente para iniciar la debacle de un Imperio ya vencido por él mismo.


“Indios amigos” 


En mayo de 1532, los españoles ya estaban en Piura fundando la población de San Miguel, cuando los Chinchas, Yungas, Cañaris y Yanaconas empezaron a ser engatusados por los recién llegados y al final fueron convencidos de que los delincuentes venían del Cielo para salvar el Imperio de un Inca despótico.

Pizarro y sus huestes, astutamente formaron un ejército paralelo, formando, mientras estaba decididos a enrumbar al Cusco, una verdadera fuerza militar y de informantes indios. Pasaron de ser de menos de 200 pelagatos a casi mil elementos de conquista.

Cuando el “Caballero de Santiago” se enteró a través de “felipillos” o “indios amigos” que Atahualpa descansaba tranquilamente en Cajamarca, pospuso su objetivo de ir al Cusco y en noviembre de 1532 llegaba a la periferia de Cajamarca.


Soberbia 


Sigilosamente, como arpías rastreras, Pizarro ordena tomar los puntos estratégicos de la ciudad, dominando las salidas y entradas. Ordenó entonces a unos de sus lugartenientes, el capitán Hernando de Soto y a su hermano Hernando Pizarro, a conferenciar con el Inca Atahualpa. Un escuadrón español llegó hasta los baños termales de Cónoc a unos kilómetros de la ciudad, y se encontraron con el “Hijo del Sol”.

Atahualpa les miró de arriba abajo y no profirió palabra hasta que al irse retirando dijo: “Yo iré a ver a su jefe”. Craso error del Inca, preocupado más en disfrutar su descanso que en los extraños visitantes.

Amanecía el 16 de noviembre de 1532 y el Inca sobre litera iba pausadamente de los Baños de Cónoc a Cajamarca. Los españoles, mientras tanto, estaban organizando fríamente un genocidio.


30 mil 


Atahualpa ordenó a sus 30 mil hombres que le resguardaran que fueran desarmados. Quería demostrar valentía y bravura ante lo desconocido ante sus súbditos. Un minuto de estupidez arruinó 200 años de civilización.

Entró en la plaza de Cajamarca y vio una sombra negra y blanca. Era el dominico Vicente de Valverde, y junto a él un enjuto indio que le oficiaba de traductor. Felipillo o Martinillo se llamaba, los historiadores no definen quién era, mejor así, pues no merece figuración alma tan pequeña.

El fraile le dijo al indio traductor que repitiera lo que decía mientras Atahualpa miraba extrañado al ensotanado. Era el “Requerimiento” u orden para que asuma el cristianismo como religión verdadera y el sometimiento del “Hijo del Sol” a la autoridad del rey Carlos I de España y al Papa Clemente VII.

La escena era hasta ahí risible. Llegaba una partida de aventureros a un Imperio y ordenaba sometimiento al emperador. Cabe imaginarse a Atahualpa esbozar una leve sonrisa, pero ignoraba que el mundo no era el Tahuantinsuyo solamente. Que había una China que inventó la pólvora y una Europa que inventó las armas y las masacres.


Misario y anillo 


Valverde, haciéndose el manso cordero le dio a Felipillo un misario y un anillo para que se lo diera al Inca. Atahualpa, miró los objetos, los olió y los botó, pues en el Incario objetos así carecían de significado.

Corrió Valverde donde Pizarro y le emplazó “¿No véis lo que pasa? ¿Para qué están comedimientos y requerimientos con este perro lleno de soberbia, que vienen los campos llenos de indios? Salid, que yo os absuelvo”.

Los españoles, devotos de la cruz y del oro, explotaron de ira y descargaron sus arcabuces y mosquetes. “La humanidad cristiana, armada de picas, espadas y otros instrumentos a los que comenzó a llamárseles civilización, salió a buscar y conquistar su reino. Ante la furia de los españoles que querían hacer el triste mérito de ultrajar personalmente al Inca, se alzó la voz de Francisco Pizarro: ‘El que estime en algo su vida, que se guarde de tocar al indio’” (“Atahuallpa”, Benjamín Carrión. 2008)

La plaza de Cajamarca se convirtió en un camal humano. Centenares de seres humanos eran fulminados por mosquetazos, flechados por ballestas, destazados por espadas o atropellados y aplastados por caballos. Charcos de sangre humedecieron el suelo otrora fértil y ahora envilecido con la bota española.


“Usos de la guerra” 


Un español intentó arrancarle el llauto imperial de la cabeza a Atahualpa, pero Pizarro se interpuso recibiendo una herida leve.

Horas después, Pizarro estaba ofreciéndole una cena al Inca a quien ofreció disculpas por la violencia y Atahualpa le respondió: “Usos de la guerra es vencer o ser vencido”… En la plaza, los españoles vadeaban montes de cadáveres. Recibieron la orden de ir a los Baños Termales de Cónoc y saquear el lugar, lleno de vasijas de oro y cinco mil mujeres, las cuales fueron violadas en una masiva explosión de lujuria y porquería humana llamada conquistador español. 


domingo, 10 de marzo de 2013

Lima es declarada Plaza Mayor de la Cultura Iberoamericana 2014





lima plaza mayor cultura 2014Lima es declarada Plaza Mayor de la Cultura Iberoamericana 2014

Reconocimiento fue otorgado por el Comité Sectorial de Cultura de la Unión de Ciudades Capitales de Iberoamérica (UCCI). Lima se convertirá en el centro de encuentros culturales iberoamericanos y se fortalecerán las capacidades de gestión cultural.


Por su gran compromiso con la promoción de las diferentes manifestaciones culturales, la recuperación de los espacios públicos para el arte y la valorización del patrimonio arqueológico, Lima fue declarada ‘Plaza Mayor de la Cultura Iberoamericana 2014’. La valiosa designación fue otorgada por el Comité Sectorial de Cultura de la Unión de Ciudades Capitales de Iberoamérica (UCCI).

Pedro Pablo Alayza, gerente de Cultura de la Municipalidad Metropolitana de Lima, expresó que la distinción colocará a nuestra ciudad en el centro de atención del continente. “Haremos honor al título. Es un orgullo para todos y reafirma nuestro compromiso por hacer de Lima una ciudad en la que se respira cultura y se viven las diferentes expresiones artísticas”, dijo.


Agregó que todos los argumentos para la postulación de Lima fueron presentados en la última reunión realizada el 2012 en Cádiz (España), que luego fueron aprobados por los miembros de la UCCI. Los proyectos emblemáticos con los que se logró la designación fueron Cultura Viva, Lima Milenaria, Ciudad de Culturas y el Festival de Artes Escénicas de Lima (FAEL).

“Lima será la sede de importantes conferencias, exposiciones, publicaciones de libros, entre otros, y se intercambiarán experiencias para mejorar la gestión de proyectos. Próximamente, la Municipalidad Metropolitana de Lima convocará a las instituciones y empresas públicas y privadas para generar el mayor movimiento cultural que la ciudad se merece. En el 2014, la cultura cumplirá un papel protagónico”, puntualizó Alayza.

La UNI inaugura una de las bibliotecas más modernas del mundo

Ocupa un área de 3,000 m2 y cuenta con dos ascensores, cinco pisos, dos sótanos, una azotea y avanzados sistemas de automatización para más de 700 usuarios.
La Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) realizó la ceremonia de inauguración de su nueva Biblioteca Central, considerada uno de los centros de recursos para el aprendizaje e investigación más modernos del mundo, construida con una inversión de aproximadamente S/. 22 millones.
inauguracion nueva biblioteca uni

En esta obra se invirtió más de S/. 20 millones desplegado en tres etapas: mejorar la capacidad y calidad de la sede (más de S/.10 millones); automatizar e implementar la biblioteca virtual (más de S/.5 millones); sistematizar e implementar la fibra óptica, redes y de voz y datos (más de S/.4 millones). Además se adquirieron fuentes informativas: como bases de datos (S/. 895,172.00) y metabuscadores (S/. 190,472.00).  
La nueva sede facilitará a los estudiantes una experiencia de aprendizaje ya que ofrecerá autoservicio (estantería abierta), sistemas de autodevolución de libros y autopréstamo, acceso a información científica y tecnológica especializada, libros electrónicos, servicios de búsqueda avanzada, y  catálogo público web.

Estructuras

La nueva Biblioteca Central de la UNI ocupa un área de 3,000 m2, ubicado en el Sector M del campus de la UNI y presenta una construcción de 4,549.30 m2, que incluye dos ascensores, cinco pisos, dos sótanos y una azotea, además contará con una capacidad máxima de 711 usuarios distribuidos en dos salas de lectura, conferencias, tesis, hemeroteca, medios audiovisuales, sala de referencia, entre otros.              
Es importante resaltar que la edificación cuenta con Tecnologías de Información y Comunicación (TIC’s) que consiste en un sistema de cableado estructurado de voz y datos, también estará integrado por un sistema de cableado eléctrico para los equipos de cómputo y sistema de comunicación para la red de área local (LAN).
La nueva sede ofrece la tecnología más reciente para poner al usuario en contacto inmediato con los repositorios electrónicos de instituciones de todo el mundo, tales como libros, tesis y revistas en formato impreso debidamente actualizados, y así consolidarse como uno de los centros más importantes del país y de la región.

Para Recordar: Desembarco FFAA del Perú



Para Recordar: Desembarco FFAA del Perú.

Las Malvinas: Lo que Perú Hizo por ti Argentina



El autor es el periodista Argentino Hernán Dobry podras visitar el siguiente link para mas información de su libro "Los rabinos de Malvinas"
http://www.rabinosdemalvinas.com.ar/

En segundo lugar queremos dar las gracias a "Angel Guardian" por proveernos el link con el tema que no deja de ser interesante y agraga mucha luz a la relación del gobierno Peruano y Argentino durante el conflicto de la Malvinas.
Defensape

El Perú indómito


Escribe : Pedro José Cama
La crónica de la rebeldía indígena de 1533 hasta el siglo XX (I) 



Muchos colegios, al menos hasta mi generación, nos enseñaron que una partida de españoles derrumbaron a un imperio, dividido y pagano. Que España nos evangelizó y debíamos agradecerle ese favor, pues la sangre hispana forma parte de nuestra nacionalidad. Hablamos de generaciones formadas creyendo que los peruanos de la Antigüedad no valían un céntimo y que los conquistadores fueron, al final, héroes. La estatua de Francisco Pizarro estuvo hasta hace unos años junto a Palacio de Gobierno, y el presidente del Perú habita la misma casa donde gobernó este criador de chanchos que devino en marqués y que inició siglos de explotación humana y saqueo de nuestras riquezas para formar lo que se conoció como el Imperio Español.

Hoy ya no se enseña Historia del Perú en los colegios, sino vagamente como antes se enseñaba artes manuales, y nuestros niños, oyendo a sus padres o abuelos se quedan con la idea de que siempre fuimos perdedores y que los blancos nacieron para dominarnos.

Llegó la hora de cambiar, siquiera a través de este humilde espacio, esta aberrante y equivocada tara mental de las nuevas generaciones. No queremos generar odio a los españoles, sino plasmar la realidad histórica de lo que fue el coloniaje hispano en nuestro país, que muchos pasan por alto para evitar que les digan terroristas o “zurdos” y la república criolla, cuyas diferencias puede usted contarlas con los dedos de una sola mano.

Esta serie se basa estrictamente en estudios de Alberto Flores Galindo (1949-1990) y otros historiadores peruanos, quienes desapasionadamente vieron la historia desde la óptica del oprimido, no del opresor, incluso se basan en crónicas de los mismos españoles, testigos de la época. Así que, esta serie es lo más veraz posible en relatar lo que fue el padecimiento e insurgencia indígena en el Perú desde el siglo XVI hasta el siglo XX.


El inicio de la tragedia 


peruana (1524-1531) 


Toda crónica inicia desde el origen de la historia. Y ésta se inicia en Trujillo de Extremadura (España) en 1478. Ese año aciago, una campesina castellana fue violada por un hidalgo trujillano de poca monta, Gonzalo Pizarro, y fruto de esa desgracia nació el 16 de marzo Francisco Pizarro González. Malquerido por la madre, Francisca González y Mateos no aprendió a leer ni a escribir. Abandonado a su suerte, crió chanchos hasta que a la edad de 20 años viajó a Sevilla, se enroló en los Tercios Españoles, unidades del ejército consideradas las más fieras, al mando de Gonzalo Fernández de Córdoba, quien estaba empeñado en guerrear con los franceses en Nápoles y quien recordó vagamente el paso de Pizarro por sus tercios.

Nunca ascendió de la clase de soldado en los 3 años que estuvo de servicio. Regresó a Sevilla sin pena ni gloria, para embarcarse con Nicolás de Ovando hacia la recién descubierta América, específicamente República Dominicana y Haití en 1502.

En 1508, el rey de España Fernando el Católico empezó a picar la codicia de los soldados y marineros, empujándolos a explorar y conquistar más territorios para el reino a cambio de títulos y gobernaciones. Los más avezados y salvajes se lanzaron a la mar por amor al dinero y a escalar socialmente.

Pizarro, a los 32 años, se enrolaba en cuanta expedición había: América Central, Colombia, llegando al fin con Vasco Núñez de Balboa a descubrir para Europa el Océano Pacífico en 1513. A los pocos años traicionó Pizarro a Balboa arrestándolo por orden del infame Pedrarias, gobernador de Castilla de Oro (Panamá), quien le premió por su deslealtad con una encomienda y con la alcaldía de Panamá en 1523.


“El Birú” 


Como era analfabeto, no supo aprovechar el cargo y poder que tenía, siendo uno de los menos acaudalados del istmo. Así que, todo un torpe pelagatos conoce en 1524 a Diego de Almagro y Hernando de Luque, este último cura en Panamá y entre trago y trago, empezaron a comentar los relatos fantásticos de un reino llamado “El Birú”.

En la mesa de una cantina panameña, se firmó entre los tres (hubo un cuarto, el financista, licenciado Espinosa, quien desapareció de la historia oficial) una contrata en la que Pizarro asumía la capitanía de la expedición, Almagro la intendencia y Luque las finanzas. Ese maldito día, sin recuerdo, se marcó la desgracia para millones de seres humanos.

Viajaron dos años, intentando encontrar “El Birú”, enfrentando amagos de motines y condena de la tripulación contratada, hasta que cansados de tantas vueltas sin conseguir nada de riquezas, acoderaron en la Isla del Gallo (frente a las costas de Colombia), donde se dio un episodio patético y traduce la baja calaña de los aventureros, pues en sí fue un escena para páginas policiales. 


Los 13 asaltantes 


“El trujillano no se dejó ganar por la pasión y, desenvainando su espada, avanzó con ella desnuda hasta sus hombres. Se detuvo frente a ellos, los miró a todos y evitándose una arenga larga se limitó a decir, al tiempo que, según posteriores testimonios, trazaba con el arma una raya sobre la arena: ‘Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere’”, relata el historiador José del Busto.

Depredadores, busca fortunas, alimañas. Como banda de asaltantes, discutían qué banco iban a robar. Para los hispanófilos, fue un acto heroico para las personas con dos dedos de frente, un hecho vergonzoso. Trece criminales se quedaron con Pizarro cruzando su raya en la arena: eran los 13 del Gallo, número ideal para la suerte que le esperaba al Perú.

Tras cinco meses de espera en la Isla de la Gorgona, Almagro y Luque no abandonaron a su compinche y regresaron con refuerzos e iniciaron la tragedia peruana, al volver a Panamá, recuperar fuerzas y zarpar (Pizarro con sus hermanos Gonzalo y Pedro; el clérigo Luque con sus curas Valverde y Pedraza) decididos hacia el Perú, a finales de 1531. 


martes, 5 de marzo de 2013

Descripción : Historia del Ejército del Perú



Nuevas investigaciones, determinan que la antigüedad de nuestro ejército se remonta al origen del Estado en el Perú, es decir 1000 o 1,200 años A. de C. Las primeras formas de estado aparecen con la civilización Chavín. Es con el estado Mochica que ya podemos hablar de un Ejército profesional, ello implica la preparación de un sector de la población exclusivamente para la guerra; pero es con los Wari que el Ejército se establece como institución permanente. Sin embargo son los incas quienes enmarcan al Ejército dentro de una estrategia geopolítica: dar unidad al mundo andino.

Además, en este periodo el Ejército adquiere características comunes a los ejércitos de otras latitudes: tiene un Comando, una Organización (divisiones y unidades), reclutamiento, un aparato logístico, e instrucción. Las decisiones importantes eran tomadas de consenso entre el inca, sus consejeros y principales jerarcas militares. Este Ejército Inca no termina con la captura de Atahualpa, permanece formado en al lucha contra los españoles, bajo la conducción de Manco Inca y sus sucesores los incas de Vilcabamba hasta 1572. En los años posteriores y una vez consolidada su presencia colonial en América, España no organizó un Ejército en estas tierras. Entre otras razones por el temor que tenía la corona de generar una fuente de poder que luego se volviera en su contra.

Se ha logrado enumerar más de cien insurrecciones y alzamientos de indígenas y mestizos contra la dominación colonial. De estas insurrecciones las que organizaron Ejércitos formales es decir encontramos en ellos un comando, una organización establecida, instrucción, y un adecuado abastecimiento, fueron Juan Santos Atahualpa en 1742 y José Gabriel Thupa Amaro en 1780. Cuando estalló esta revolución se conformó un Ejército para la defensa del Cusco, integrado por cuerpos veteranos de Lima y por milicias cívicas. Cabe destacar que la organización de las unidades virreinales eran una clara expresión de mestizaje, Además las milicias cívicas se componían mayoritariamente de indígenas que habían sido reclutados por los curacas leales a la corona. Las huestes tupacamaristas tenían una composición multietnica: mestizos, criollos e indios, reclutados en las comunidades del Cusco y el Alto Perú. También tuvo combatientes mujeres.

En 1814 los hermanos Angulo Y Mateo Pumacahua organizaron el primer Ejército formalmente establecido dentro de la usanza militar de ese entonces, Había un comando, ya podemos hablar de un Estado Mayor, encontramos unidades de infantería, caballería y artillería, organizadas en divisiones claramente establecidas. Tenían una bandera, símbolos y hasta una patrona, la Virgen de las Mercedes. Este es el antecedente más inmediato del actual Ejército.
A inicios del siglo XIX la lucha por la independencia americana alcanzó notables progresos. Muchos pueblos organizaron ejércitos para luchar contra el poder colonial. Nacen así los Ejércitos de las Provincias Unidas del Río de la Plata y de Chile, que en 1819 conformaron el Ejército Libertador del Perú. Desde 1818 los patriotas peruanos mantenían una nutrida correspondencia con los patriotas platenses.. La ofensiva española alcanzó su mayor fuerza entre 1814 y 1816, pero no pudo derrotar al gobierno de las Provincias Unidas.

En el Perú, los patriotas comprendieron que sin el apoyo de las Provincias Unidas iba a ser muy difícil derrotar a los españoles. Enviaron detalles de la distribución de las fuerzas españolas y diversos planes de desembarco. Uno de estos planes fue preparado por José de la Riva Agüero, y enviado a Buenos Aires escondido en la suela del zapato de un patriota que viajó a esa ciudad.
San Martín aceptó realizar la expedición porque se convenció que los peruanos estaban decididos por la independencia. Es así como el 5 de febrero de 1819 se firma un tratado por el cual las Provincias Unidas del Río de la Plata y la República de Chile, acuerdan organizar una expedición al Perú, “conviniendo ambas partes con los deseos manifestados por los habitantes del Perú de que se le auxilie con fuerza armada para arrojar al gobierno español”.
San Martín al ver el entusiasmo y apoyo total que recibía de los peruanos, que en gran número llegaban al cuartel general de Pisco pidiendo ser dados de alta en el Ejército Libertador, decidió organizar con ellos las primeras unidades peruanas. Como primera medida el 21 de octubre firmó el decreto de creación de la Bandera del Perú, para que los peruanos, que comenzaban a organizarse militarmente, tuvieran un símbolo patrio que defender y bajo el cual combatir. Estas unidades fueron: el Escuadrón Auxiliares de Ica y los batallones Cazadores del Ejército y Veteranos de Jauja. Nace así el Ejército del Perú.

La organización de este Ejército, al igual que la de los ejércitos de Argentina y Chile y el mismo el Ejército Libertador se hizo acorde con las Ordenanzas españolas del siglo XVIII. Estipulaba además dos tipos de organización: una para la paz y otra para la guerra. En tiempo de guerra el Ejército tenía un Comando conformado por un general en jefe; un Estado Mayor, para coordinar y dirigir las campañas; por divisiones y unidades. En tiempo de paz no había estado mayor, ni general en jefe. Se organizaba la Inspección General para cumplir ambas funciones, a más de económicas disciplinarias y administrativas.
El Ejército Peruano en 1820 fue organizado para la guerra, pero no tenía un general en jefe, ni un estado mayor, porque estaba supeditado al comando del Ejército Libertador, donde se le consideraba una división más. Es recién en 1823 cuando el presidente Riva Agüero da autonomía a nuestro Ejército, y puede decirse que esta es realmente su partida de nacimiento, pues le confiere un General en jefe y le designa un Estado Mayor. El primer general en jefe fue Andrés de Santa Cruz y el primer jefe de Estado Mayor el general Agustín Gamarra. Se aprueba reglamentos de instrucción y se inicia el reclutamiento para engrosar esta fuerza. Igualmente se aclara que es nuestro Ejército quien conduce y lleva el peso de las operaciones bélicas.

Con la llegada de Bolívar, el ejército Peruano sufre un duro golpe, se desintegra muchas unidades para que sus efectivos pasen a integrar las unidades colombianas, nos quedamos prácticamente sin caballería. Se pretendió menoscabar la presencia peruana para restar peso político a nuestra actuación y encumbrar a Bolívar y su proyecto de la Confederación de los Andes. Sin embargo la actuación peruana en Junín y Ayacucho será decisiva.
Al iniciar nuestra vida independiente en 1825, se organiza al Ejército acorde con lo estipulado en las ordenanzas para los tiempos de paz. Se suprimió el Estado Mayor y se organizó la Inspección de Infantería y Caballería. Se aprobó el primer reglamento orgánico y se incrementaron nuestros efectivos. De todas las instituciones existentes en los primeros años de nuestra vida republicana, el Ejército era una de las pocas que se encontraba fortalecida y presente en todo el territorio nacional.
Mientras los liberales buscaron generales de carácter señorial que representaran los intereses costeños, los conservadores buscaron militares que impusieran gobiernos fuertes para poder garantizar la premisa de paz y orden y los intereses del sur andino. Esta pugna esta presenta en las diversas Constituciones que tuvo el Perú entre 1825 y 1845, etapa que se conoce como del caudillaje militar, porque la pugna política se encubrió y transformó en una rivalidad de intereses personales y de figuración.

Jorge Basadre dice que el militarismo es consecuencia del vacío poder en esos años iniciales de nuestra vida republicana y no causa del mismo. Esto es fundamental para poder comprender la historia militar del Perú. Otro aspecto también muy importante es comprender la doctrina que manejaban los militares en esos años. Basadre también dice que los militarismos del siglo XIX surgen en el Perú después de las victorias o las derrotas. Los militares se creyeron los hacedores de la patria y los llamados a resguardarla. Un amplio sector de la población civil se convenció de ello. Prueba de esto es que los grupos políticos que operaron durante el siglo XIX, incluido el partido civilista, siempre recurrieron a militares para fortalecerse, en vez de buscar su fortalecimiento en la llamada sociedad civil.
Esos años las pugnas políticas generaron la existencia de un gran número de oficiales. En 1829 se ordenó la primera reforma del Ejército y se dispuso que los oficiales que no habían participado en la guerra de independencia, pasaban a la condición de reformados. No obstante en la práctica no se cumplió y muchos de los reformados regresaron al servicio luego de cobrar su dinero.

El gran número de oficiales, producto de las rivalidades militaristas, la falta de dinero en el erario público para poder sostener una planilla tan alta, originó el atraso en el pago de haberes. Pero fue la inestabilidad política la que generó un mal endémico en el Ejército del siglo XIX, la presencia del llamado indefinido, que era el oficial sin plaza en el Ejército. Es recién con Castilla que el Ejército se moderniza. En esos años se intentó solucionar el problema del armamento, hay compra de material bélico producto de la bonanza guanera. Con ese armamento pudimos enfrentar con éxito la guerra con España y obtuvimos la victoria del Dos de Mayo, que selló la independencia de Perú y América.
Entre 1867 y 1879 se agudiza la rivalidad entre militares y civiles. Hay un deterioro en el Ejército que se manifiesta en la falta de actualización profesional, deterioro del armamento, reducción del personal y efectivo de tropa. La doctrina no se cambia y ni se definen los roles del estado y mucho menos del Ejército.

La derrota de la guerra con Chile es una culpa compartida entre civiles y militares. Es producto de la imprevisión, de la improvisación y falta de preparación. Nuestra doctrina no se adecuó a los avances de la guerra moderna, el armamento no fue renovado y no se uniformizó el calibre. Además, en el aspecto político, el Perú era un país fraccionado por las pugnas internas, no habíamos alcanzado nuestra unidad nacional.
La guerra nos dejó una amarga experiencia. De la derrota surge el segundo militarismo de la historia peruana. Emerge en estas duras circunstancias la figura del general Andrés Avelino Cáceres, quien durante la Resistencia de la Breña nos dio un ejemplo de dignidad, al no reconocer la derrota y mantener en alto las armas contra el invasor. Después de la guerra el general Cáceres es elegido Presidente Constitucional y el país se encamina hacia la reconstrucción nacional. Un objetivo guiará al gobierno de Cáceres solucionar los problemas económicos y políticos, para encontrar la estabilidad que garantice la reactivación militar y permita exigir a Chile la realización del plebiscito, para la devolución de nuestras dos provincias cautivas: Tacna y Arica.

Este objetivo pasaba por la necesaria modernización del Ejército. Fue por ello que se iniciaron las gestiones para contratar una misión militar europea, para que reformara el Ejército Peruano. La grave situación económica del país, sin embargo, impidió que durante el gobierno de Cáceres este proyecto se concretizara. Sin embargo durante su breve segundo gobierno intentó reactivar este anhelo, pero circunstancias políticas se lo impidieron.
Su sucesor, Nicolás de Piérola hizo suyo este proyecto. El inicio del nuevo siglo XX exigía cambios acordes con los nuevos tiempos que se vivían. Piérola planteó la necesidad de reorganizar completa y definitivamente el Ejército. Para comenzar tan importante tarea era necesario contar con asesores militares que orientaran a nuestro gobierno en tan difícil tarea y conforme a los adelantos del arte de la guerra. Fiel a nuestra tradición militar, se decidió contratar en Francia una Misión Militar, la que llegó al Perú en 1896 y desarrolló un papel importante y fundamental en la transformación del Ejército. Lo mejor de la tradición militar francesa se hizo presente en nuestra patria, enriqueciendo nuestros valores nacionales.

Su primera actividad estuvo dirigida a constituir con oficiales y tropa peruanos un conjunto de instructores para desarrollar nuevos métodos y procedimientos de guerra. Su centro de operaciones fue la antigua Escuela de los Cabitos en Chorrillos. En noviembre de 1896 elevó un primer informe al gobierno aconsejando la organización de una Escuela Militar para dirigir desde allí la instrucción y formación doctrinaria de los futuros oficiales.
El Ejército del Perú inicia el siglo XX con renovados y optimistas bríos. Una vigorosa transformación comienza no sólo en la institución sino también en el conjunto de la sociedad peruana. Se inició un proceso de regionalización militar, acorde con las necesidades integrales del país; se dio una renovación doctrinaria y académica en los centros de instrucción militar. Así, el esfuer­zo de los oficiales y soldados peruanos permitió forjar un Ejército moderno.

El Ejército empezó la segunda mitad del siglo XX con renovado optimismo, en condiciones de exhibir una doctrina propia, enriquecida con el aporte de la Misión Militar Norteamericana, que llegó al Perú a fines de 1944 y permaneció hasta 1969, brindando asesoramiento técnico que se hizo extensivo además a la venta de material bélico norteamericano. El título de Inspector General del Ejército fue cambiado por el de Comandante General del Ejército, el 12 de marzo de 1953.
Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos de Norteamérica emergieron en el contexto internacional como una potencia hegemónica que lideró la defensa continental. Ese país expidió la ley de préstamos y arriendos con la finalidad de dotar de armamento a los países aliados. En la tercera reunión de cancilleres celebrada en Río de Janeiro el 30 de marzo de 1942, se acordó “el principio de solidaridad continental” frente al peligro común: el totalita­rismo fascista y se fundó la Junta Interamericana de Defensa para la firma de acuerdos bilaterales y militares de ayuda mutua, técnica y material. En este contexto empieza a desarro­llarse la presencia de la Misión Norteamericana en nuestro Ejército.

Desde 1948 el Ejército interviene en las actividades de desarrollo nacional como la construcción de carreteras, seguridad ciudadana, tareas de salud, educación, prevención y socorro en casos de desastres, entre otras. Además incentiva el desarrollo de las industrias ligadas al abastecimiento militar, se renueva la fábrica de municiones, se instala una de zapatos y curtiembre y otra de vestuario. En 1960 entró en funcionamiento el Centro Industrial del Ejército y en 1974, todas estas fábricas se unifican como Industrias Militares del Perú.
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En el campo de la defensa, hasta 1969 la Secretaría de la Defensa Nacional figuraba en la estructura orgánica de la Presidencia de la República. La labor que cumplió en el diagnóstico de la realidad del país y proponiendo objetivos nacionales, determinó que el 27 de agosto de 1979 se convir­tiera en Sistema de la Defensa Nacional, asignándole el más alto rango. Al crearse en 1987 el Ministerio de Defensa este sistema fue incorporado en su estructura. En 1991 se le restituyó su autonomía creándose el Consejo de Defensa Nacional.

La mujer peruana fue considerada en este período dentro de la ley del Servicio Militar y orgánicamente se incorpora a filas en 1993 mediante el Servicio Activo no Acuartelado Femenino (SANAF). En 1997 se asimilaron como oficiales un grupo de mujeres profesionales y ese año ingresó el primer contingente de damas como cadetes a la Escuela Militar de Chorrillos.
Durante estos años se crearon dos nuevas Armas: Transmi­siones en 1959 e Inteligencia en 1991. Y en 1957 la Escuela de Paracaidismo del Ejército; en 1960 la Escuela de Comandos; en 1965 el Destacamento de Fuerzas Especiales; y en 1973 la Aviación del Ejército.
Evidenciando la calidad alcanzada por nuestro Ejército, el Perú, envió entre 1973 y 1975, fuerzas militares al Medio Oriente para asegurar el cese al fuego y la separación de las tropas árabes-israelíes después de la guerra del Yon Kippur. En efecto, el Batallón Perú a órdenes de la fuerza de emergen­cia de las Naciones Unidas, contribuyó en esta tarea conjunta­mente con unidades de Panamá, Suecia, Irlanda y Canadá.

En la defensa del frente externo la institución se llenó de gloria en las acciones de la Cordillera del Cóndor, cuando en enero de 1981 el Ecuador intentó penetrar en la región del Cenepa. Al repetirse, en enero de 1995, la infiltración ecuatoriana en las cabeceras del río Cenepa se volvió a desalojar al invasor.
Después de la guerra de 1879, ninguna hecatombe había asolado nuestra Patria como la guerra subversiva iniciada en mayo de 1980. A partir de diciembre de 1982 las Fuerzas Armadas asumen la conducción de la lucha contrasubversiva. Entonces la cuota de sacrificio, heroicidad y abnegación del Ejército, así como de los otros Institutos Armados, fue inmensa.
Al iniciarse en 1990 la Pacificación del territorio nacional, esta lucha rindió sus frutos y permitió la captura de los principales líderes terroristas, permitiendo así concentrar todos los esfuerzos nacionales en la búsqueda del desarrollo y bienestar.

Al Ejército del Perú, no solo hay que entenderlo como institución reducida exclusivamente a las acciones militares, sino integralmente, ligado al desarrollo del país. Nuestra institución al ser permanente contribuyó a delinear un territorio, un carácter nacional y producto de sus luchas y victorias el amor y respeto a los símbolos, héroes nacionales y por ende la grandeza del Perú.
Nuestro Ejército, como parte componente de las Fuerzas Armadas, por mandato constitucional, participan en el desarrollo socioeconómico del país y en la Defensa Civil. Los últimos años, esta tarea ha adquirido una gran importancia, facilitando la adhesión de la población, base fundamental para lograr la Pacificación y el Desarrollo Nacional.

El Ejército del Perú, consciente de la necesidad de consolidar la Pacificación Nacional, consecuente con la misión que le compete de garantizar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de la República, también ha volcado su accionar, experiencia, infraestructura y vocación de servicio participando en la aplicación de programas que contribuyan al bienestar y desarrollo del país como son los de colonización o creación de fronteras vivas, construcción de carreteras, formación y educación cívica, estudios cartográficos ayuda a la comunidad o acción cívica, estudios en el continente antártico, etc. Todo este esfuerzo permite apreciar, con mayor claridad la trascendencia de la tarea nacionalista que cumple el Ejército y también es una manera para que mantenga una permanente y verdadera cohesión con el pueblo en bien del Desarrollo Nacional.

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